viernes, 30 de agosto de 2019

30 de agosto, Santa Rosa de Lima, virgen. Patrona de América Latina.

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"Isabel Flores de Oliva, que por su belleza recibió popularmente el nombre de "Rosa" al que ella añadió "de Santa María", nació en Lima en 1586. La sociedad de su época, propia de un periodo colonial, esta orientada en varios aspectos por el ideal de tener más. Hay allí familias pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de campesinos, negros y mulatos, que son tratados como esclavos. La familia de Rosa es de pequeños propietarios. Los padres de Rosa se esfuerzan en darle una seria educación humana además de proporcionarle una sólida formación en la fe.
Lima tiene una comunidad pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo. Allí los seglares pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la Palabra de Dios y colaborar temporalmente en los puestos misionales o "doctrinas".
Santa Rosa de Lima en su interior vive un dilema: por un lado siente vocación de religiosa contemplativa y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar esta vocación en el interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios desde fuera del convento. A sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad universal ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar.
Como dominica seglar da clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra, arpa, cítara), cultiva el huerto de casa u trabaja en costura. De esta forma aporta al sostenimiento de su familia amenazada con estrecheces económicas. En aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.
Participa en la Eucaristía en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa construye una cabaña con el fin de asimilar más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con Dios, con los hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella se va forjando como mujer de "contemplación en lo secreto". A esto une una serie de mortificaciones.
Explica en sus escritos que la mortificación es necesaria para ser saciados por el Espíritu de Dios, para vivir orientados por el Espíritu Santo, para renovar la faz de la tierra a partir de uno mismo. Frente a sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los demás, perdona las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los pecadores, socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la compasión.
Ella misma querrá salir de Lima como misionera pero diversas circunstancias se lo impiden. Murió a los 31 en Lima el 24 de agosto de 1617. Su cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima. Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671. Desde ese año Toda América Meridional y Filipinas la veneran como patrona".
¿Qué significa la veneración de los Santos? 

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"A lo largo del año, celebramos fiestas en honor de los santos, recordando a los redimidos, que ya han llegado a la plenitud de la vida eterna. En palabras del libro del Apocalipsis, se trata de "muchedumbre inmensa que nadie puede contar, de toda raza, lengua, pueblo y nación" (Ap 7,9).
Les recuerdo que los Santos son -ante todo- modelos de vida para los cristianos porque se han identificado con Cristo, cada uno en su propio estado y condición. Los Santos nos recuerdan que todos estamos llamados a vivir en plenitud la vocación bautismal, especialmente mediante la práctica de las bienaventuranzas. Ellos testimonian que el mensaje de Cristo es siempre actual ya que, en distintas épocas y lugares, han sido capaces de encarnar el evangelio y de hacerlo creíble.
Además, los Santos también son válidos intercesores ante Dios. El concilio Vaticano II reafirmó la fe en la comunión de los Santos, indicando que los que ya están definitivamente unidos a Cristo trabajan para que el resto de la Iglesia alcance la meta prometida: «No cesan de interceder por nosotros ante el Padre. Su fraterna solicitud ayuda mucho a nuestra debilidad» (LG 49).
Por último, los Santos alimentan nuestra fe en la vida eterna y estimulan nuestra esperanza de alcanzarla. Al reflexionar en su destino, nuestro corazón se ensancha y se alegra por las maravillas que Dios ha reservado para los que le aman. El testimonio de los Santos, que ya gozan la vida eterna nos hace desear esa plenitud de vida para la que fuimos creados". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.

jueves, 29 de agosto de 2019

29 de agosto. El martirio de san Juan Bautista.

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"Celebramos hoy el martirio, por degollación, de san Juan, el precursor del Señor, que le preparó el camino, lo anunció y señaló, lo bautizó, y luego fue mártir de la verdad y la justicia. Los evangelios nos dicen que Herodes Antipas encarceló a Juan en la fortaleza de Maqueronte porque lo acusaba de vivir con Herodías, mujer de su hermano Felipe. En la fiesta de su cumpleaños, le gustó tanto a Herodes el baile de Salomé, hija de Herodías, que prometió darle lo que le pidiera. La joven, instigada por su madre, pidió la cabeza del Bautista, y Herodes, aunque a disgusto, mandó que lo decapitaran en la cárcel y le entregaran la cabeza en una bandeja a la joven, la cual se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad". Casa Teresiana de oración.

miércoles, 28 de agosto de 2019

28 de agosto. San Agustín.

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"La medida del amor es amar sin medida". San Agustín de Hipona.


Una de las autobiografías más famosas del mundo, las Confesiones de San Agustín, comienza de esta manera: “Grande eres Tu, Oh Señor, digno de alabanza … Tu nos has creado para Ti, Oh Señor, y nuestros corazones estarán errantes hasta que descansen en Ti” (Confesiones, Capítulo 1). Durante mil años, antes de la publicación de la Imitación de Cristo,  Confesiones fue el manual más común de la vida espiritual. Dicho libro ha tenido más lectores que cualquiera de las otras obras de San Agustín. El mismo escribió sus Confesiones diez años después de su conversión, y luego de ser sacerdote durante ocho años. En el libro, San Agustín se confiesa con Dios, narrando el escrito dirigido al Señor. San Agustín le admite a Dios: “Tarde te amé, Oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé” (Confesiones, Capítulo 10).  Muchos aprenden a través de su autobiografía a acercar sus corazones al corazón de Dios, el único lugar en donde encontrar la verdadera felicidad … ¿Quién fue este ‘pecador que llegó a ser un santo’ en la Iglesia?

Los primeros años.
San Agustin nació en Africa del Norte en 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. El tuvo un hermano y una hermana, y todos ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un convento y poco después de su muerte San Agustín escribió una carta dirigida a su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la vida religiosa.
Patricio, el padre de San Agustín fue pagano hasta poco antes de su muerte, lo cual fue una respuesta a las fervientes oraciones de su esposa, Santa Mónica, por su conversión. Ella también oró mucho por la conversión de su entonces caprichoso hijo, San Agustín. San Agustín dejó la escuela cuando tenía diez y seis años, y mientras se encontraba en esta situación se sumergió en ideas paganas, en el teatro, en su propio orgullo y en varios pecados de impureza. Cuando tenía diez y siete años inició una relación con una joven con quien vivió fuera del matrimonio durante aproximadamente catorce años. Aunque no estaban casados, ellos se guardaban mutua fidelidad.  Un niño llamado Adeodatus nació de su unión, quien falleció cuando estaba próximo a los veinte años. San Agustín enseñaba gramática y retórica en ese entonces, y era muy admirado y exitoso. Desde los 19 hasta los 28 años, para el profundo pesar de su madre, San Agustín perteneció a la secta herética de los Maniqueos. Entre otras cosas, ellos creían en un Dios del bien y en un Dios del mal, y que solo el espíritu del hombre era bueno, no el cuerpo, ni nada proveniente del mundo material. 

La conversión de San Agustín.
A través de la poderosa intercesión de su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San Ambrosio en el Cristianismo. Asimismo, leyó la historia de la conversión de un gran orador pagano, además de leer las epístolas de San Pablo, lo cual tuvo un gran efecto en el para orientar su corazón hacia la verdad de la fe Católica. Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8).  Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee” (Confesiones, Capítulo 8). Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14:  “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, 387, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33. Ella le manifestó a su hijo que no se preocupara acerca del lugar en donde sería enterrada, sino que solo la recordara siempre que acudiera al altar de Dios. Estas fueron unas palabras preciosas evocadas desde el corazón de una madre que tenía una profunda fe y convicción. 

Obispo de Hipona.
Luego de la muerte de su madre, San Agustín regresó al Africa. El no deseaba otra cosa sino la vida de un monje – vivir un estilo de vida silencioso y monástico. Sin embargo, el Señor tenía otros planes para el. Un día San Agustín fue a la ciudad de Hipona en Africa, y asistió a una misa. El Obispo, Valerio, quien vio a San Agustín allí y tuvo conocimiento de su reputación por su santidad, habló fervientemente sobre la necesidad de un sacerdote que lo asistiera. La congregación comenzó de esa manera a clamar por la ordenación de San Agustín. Sus plegarias pronto fueron escuchadas. A pesar de las lágrimas de San Agustín, de su resistencia y de sus ruegos en oposición a dicho pedido, el vio en todo esto la voluntad de Dios. Luego dio lugar a su ordenación. Cinco años después fue nombrado Obispo, y durante 34 años dirigió esta diócesis.   San Agustín brindó generosamente su tiempo y su talento para las necesidades espirituales y temporales de su rebaño, muchos de los cuales eran gente sencilla e ignorante. El mismo escribió constantemente para refutar las enseñanzas de ese entonces, acudió a varios consejos de obispos en Africa y viajó mucho a fin de predicar el Evangelio. Pronto surgió como una figura destacada del Cristianismo. 
El amor de San Agustín hacia la verdad a menudo lo llevo a controversias con diversas herejías. Por ejemplo, las principales herejías contra las cuales habló y escribió fueron las de los Maniqueos, de cuya secta había pertenecido anteriormente; de los cismáticos Donatistas que se habían apartado de la iglesia; y, durante los veinte años restantes de su vida, contra los Pelagianos, que exageraban la función del libre albedrío para hacer caso omiso a la función de la gracia en la salvación de la humanidad. San Agustín escribió mucho acerca de la función de la gracia en nuestra salvación, y más adelante obtuvo el título de doctor de la Iglesia especialmente debido a sus intervenciones con los Pelagianos. En esta línea, el mismo escribió mucho también acerca del pecado original y sus efectos, del bautismo de niños pequeños y de la predestinación. 

Escritos.
San Agustín fue un escritor prolífico, que escribió más de cien títulos separados. Según lo mencionado anteriormente, San Agustín escribió su famosa autobiografía titulada Confesiones.  El mismo escribió además un gran tratado durante un período de 16 años titulado Sobre la Trinidad, meditando sobre este gran misterio de Dios casi diariamente. San Agustín escribió además la Ciudad de Dios, que comenzaba como una simple y breve respuesta a la acusación de los paganos de que el Cristianismo era el responsable de la caída de Roma.
 Dicha obra fue escrita entre los años 413-426, y es una de las mejores obras de apologética con respecto a las verdades de la fe Católica. En ella, la ‘ciudad de Dios’ es la Iglesia Católica. La premisa es que los planes de Dios tendrán resultado en la historia en la medida en que las fuerzas organizadas del bien en esta ciudad derroten gradualmente a las fuerzas del orden temporal que hacen la guerra a la voluntad de Dios. Una línea de este libro se puede apreciar a continuación: “Por tanto dos ciudades han sido construidas por dos amores: la ciudad terrenal por el amor del ego hasta la exclusión de Dios; la ciudad celestial por el amor de Dios hasta la exclusión del ego. Una se vanagloria en si mismo, la otra se gloría en el Señor. Una busca la gloria del hombre, la otra encuentra su mayor gloria en el testimonio de la conciencia de Dios” (Ciudad de Dios, Libro 14).

Conclusión de su vida.
En 430 San Agustín se enfermó y falleció el 28 de agosto de ese mismo año. Su cuerpo fue enterrado en Hipona, y fue trasladado posteriormente a Pavia, Italia. San Agustín ha sido uno de los más grandes colaboradores de las nuevas ideas en la historia de la Iglesia Católica. El es un ejemplo para todos nosotros – un pecador que se hizo santo y que nos da esperanza a todos. San Agustín es actualmente uno de los treinta y tres doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.

martes, 27 de agosto de 2019

27 de agosto. Santa Mónica, madre de san Agustín y patrona de la madres. 

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"Nada me ilusiona ya en esta vida. Por una sola cosa deseaba detenerme un poco más: verte cristiano y católico, antes de bajar al sepulcro. Con creces me lo ha dado el Señor, pues te veo siervo suyo cabal". Santa Mónica.
"Santa Mónica es la madre de San Agustín, prototipo de madres por su constancia y oración hasta lograr la conversión de su hijo. Nació el año 332 en Tagaste. Sus padres la casaron con Patricio, que era un buen trabajador, pero de genio fuerte. La hizo sufrir bastante con sus desplantes y los frecuentes estallidos de ira de su marido. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por durante años.
Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo. Al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar.
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y  lo enviaron a Cartago.  Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias de que el joven llevaba una vida nada santa y que  se había hecho socio de una secta llamada de los Maniqueos.
Mónica tuvo un sueño en el que lloraba por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento un personaje le decía: “tú hijo volverá contigo " y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró el sueño y él dijo que eso significaba que la madre se iba a volver maniquea como él. Pero ella respondió: "En el sueño no me dijeron, mamá ira a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo". Esta hábil respuesta impresionó a su hijo. Esto sucedió en el año 437. Faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera. También es famosa la respuesta que un obispo dio a Mónica cuando le contó que llevaba años rezando por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: "Es imposible que se pierda el Hijo de tantas lágrimas".
Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a Roma. Mónica quiso ir con él pero Agustín la engañó (de lo cual se arrepintió más tarde ) Le dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, dejándola  allí.  Mónica tomó otro barco y se dirigió a Roma.
En Milán, Mónica se encontró con San Ambrosio, obispo de la ciudad., que será el que facilite y ayude la conversión de Agustín, que sucedió el año 387. Deciden regresar a su tierra y se fueron al puerto de Hostia a esperar el barco, pero ella se siente enferma y en pocos días murió. Lo único que pidió a sus hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el año 387 a los 55 años de edad.
Muchas madres y esposas se han encomendado a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos. Existe una famosa congregación, “Las Mónicas”, cuyo único sentido es rezar por sus hijos, para que Dios los proteja y lleven el camino del bien".

lunes, 26 de agosto de 2019


“MI FOLLAJE REVERDECIÓ DE PRONTO

La sabia ha estallado de nuevo
y la honda raíz que nutrió la aventura
ha hecho florecer mis arrabales

Señor, Amigo,
¿Me atreveré a cantar tus bendiciones?

Señor, Hermano,
¿Me atreveré a decir tus cercanías?

Señor, Amante
¿Me atreveré a balbucir tus galanteos?

Cesa ya de avasallar mi espera
cesa de estremecer mis parpadeos
y aligera la carga de mi asombro.
Muestra ya tu sentido
desvela tu propósito, 
Amor, 
porque en Ti, solo en Ti,
la vida mía encontrará la calma.

Solo en Ti y en tu rostro
dibujaré mi faz desconocida
y aceptaré por siempre el designio final...

...solo en Ti las venas de mi espíritu 
encontraran la paz...”.
Fr. José Ramón de Jesús Cricificado Castañeda Bermúdez, ocd.
P. Pepe.
26 de agosto. TRANSVERBERACIÓN DEL CORAZÓN DE SANTA TERESA.

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“Veía un ángel hacia el lado izquierdo, en forma corporal…Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios…Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”. 

Santa Teresa de Jesús.
Vida 29,13.
25 de agosto, santa María de Jesús Crucificado Baiuardy.

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"La Pequeña Arabita".
Nació en Abellín (Galilea, Tierra Santa) el año 1846, en el seno de una familia árabe de rito greco-melquita católico. De pequeña quedó huérfana de padre y madre, y la acogió un tío suyo, que se trasladó a Alejandría (Egipto). Permaneció analfabeta. Quisieron casarla y se negó, le propusieron que se convirtiera al Islam y se opuso, lo que le acarreó malos tratos hasta dejarla como muerta. Abandonada, pero ayudada por los franciscanos, se colocó como sirvienta en varias familias, y así llegó a Marsella. Tras algunos intentos de abrazar la vida religiosa, ingresó en las Carmelitas Descalzas en 1867. Recibió del Señor la estigmatización y otros fenómenos místicos, que no fueron comprendidos y la hicieron sufrir mucho. En 1870 la enviaron a Bangalore (India); no interpretaron bien los carismas místicos que Dios le había concedido y tuvo que volver a Pau. En 1875 la enviaron con otras religiosas a Belén (Tierra Santa) para la fundación de un Carmelo. Dios siguió enriqueciéndola con gracias extraordinarias y murió allí el 26 de agosto de 1878. Canonizada por el papa Francisco el 17 de mayo de 2015.
24 de agosto. Aniversario de la Reforma Teresiana.

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Un 24 de Agosto de 1562 en la fiesta del apóstol San Bartolomé, iniciaba para Gloria de Dios y de su Iglesia la REFORMA de la Orden del Carmen, realizada por Nuestra Madre Santa Teresa de Jesús. Hoy celebramos la fundación del primer Monasterio de las descalcas: El convento de san José de Ávila. 
Luego vendrían otras fundaciones realizadas por la Santa: Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Toledo (1569), Salamanca (1570), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1576), Caravaca (1576), Palencia (1580) y Burgos (1582).

jueves, 22 de agosto de 2019

22 de agosto. Santa María, Reina .

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"Celebramos hoy a María, la madre de Jesucristo y madre nuestra, glorificada por el Padre como Reina junto a su Hijo. Aunque el título de Reina se atribuye a María desde antiguo -recuérdese la Salve Regina, el Regina coeli o las letanías lauretanas- su fiesta fue instituida por Pío XII en 1954. Desde el año siguiente, la Iglesia la celebraba el 31 de mayo, como coronación del mes mariano, mientras la Familia franciscana, por especial concesión pontificia, la celebraba, con misa y oficio propios y bajo el título de "María Virgen, Reina de la Orden de los Menores", el 15 de diciembre, octava de la Inmaculada. En la última reforma litúrgica, la celebración se ha trasladado al 22 de agosto, octava de la Asunción, para subrayar el vínculo de la realeza de María con su participación especial en la obra de la redención y en el misterio de la Asunción. Dice el Concilio Vaticano II en su Constitución dogmática: "María fue asunta a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como Reina universal con el fin de que se asemeje de forma más plena a su Hijo"". Casa Teresiana de Oración.

jueves, 15 de agosto de 2019

15 de agosto, Asunción de la Virgen María.




"La Madre de Dios fue asociada estrechamente, por voluntad del Padre, a los misterios de su Hijo. Así, al igual que Jesús, también ella murió y fue sepultada. Pero, como dice el Prefacio, «el Señor no quiso que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida». Al respecto escribía Pío XII: "A la manera que la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de su más absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, así la lucha de la bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal... Por eso, la augusta Madre de Dios, misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad, ... consiguió, al fin, como corona suprema de sus privilegios, ser conservada inmune de la corrupción del sepulcro y, del mismo modo que antes su Hijo, vencida la muerte, ser levantada en cuerpo y alma a la suprema gloria del cielo". Y la Constitución papal que en 1950 declaró el dogma de la Asunción concluía con esta definición: "Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial"". Casa Teresiana de oración, ocd.

viernes, 9 de agosto de 2019

9 de agosto, santa Teresa Benedicta de la Cruz. Martír Carmelita.


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“A cada cual Dios lleva por su propio camino, y uno llega más fácil y más rápido a la meta que el otro. Lo que nosotros podemos hacer, en relación a lo que se nos da, es realmente poco. Pero debemos hacer ese poco. Ante todo: pedir insistentemente que vayamos por el camino recto y sigamos sin resistencia alguna el estímulo de la gracia, cuando lo notemos. Quien procede así y persevera pacientemente, ese tal no deberá decir que sus esfuerzos son inútiles. Únicamente no se debe poner plazo alguno al Señor”.

"Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau (entonces Alemania, hoy Polonia) el 12 de octubre de 1891, entonces la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio.
El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar".
Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: "como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".
En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.
Al estallar la Primera Guerra Mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ".
Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.
Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".
En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto".
Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.
Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.
En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".
Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".
El 1 de enero de 1922 Edith Stein recibió el bautismo. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.
Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).
Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico del beato John Henry Newmann (que será canonizado el próximo 13 de octubre en Roma) y las "Quaestiones disputatae de veritate" de santo Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.
En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de santo Tomás: "Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de "Endliches und ewiges Sein" (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.
En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ".
En 1931, la noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el mundo".
El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".
Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.
El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la Misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta".
En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir estas palabras de san Juan de la Cruz: "que ya sólo en amar es mi ejercicio ", padre reformador del Carmelo al que dedicará su última obra "La ciencia de la cruz".
La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.
"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " (31.10.1938).
El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939:
"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo... ".
Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, "De la vida de una familia judía". "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".
En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre san Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre san Juan de la Cruz lleva como título: " La ciencia de la Cruz ".
El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica, se hizo terciaria carmelita y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".
Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".
Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murieron en las cámaras de gas de Auschwitz. Los restos de la incineración de Edith Stein fueron arrojados en un campo cercano, pero se desconoce la ubicación exacta. Actualmente este lugar tiene hincadas gran cantidad de cruces que llevaban los peregrinos a ese lugar. Las pocas reliquias que de ella se conservan (la capa de su hábito, algunas prendas de ropa, su rosario y manuscritos) se encuentran en el Carmelo de Colonia y en el de Etch, en Holanda.
Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice san Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".
Diez años después de la beatificación, en 1997, Teresa Benedicta McCarthy, una pequeña niña de la ciudad de Boston, en Estados Unidos, fue diagnosticada con un grave e irreversible caso de daño hepático luego de consumir una fuerte dosis de medicamentos, se recuperó repentinamente apenas sus padres rezaron a la beata Teresa Benedicta.
Este hecho, completamente documentado, fue reconocido oficialmente como un milagro, abriendo así el camino para la canonización, efectuada el 11 de octubre de 1998 por san Juan Pablo II en Roma".






jueves, 8 de agosto de 2019

Teresa de Jesús y la Orden de Santo Domingo.


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En la capilla del nacimiento de la Santa en Ávila existen cuatro lienzos en los laterales, que representan las cuatro órdenes religiosas que más influencia tuvieron en Teresa de Jesús: dominicos, franciscanos, jesuitas y carmelitas. Es de justicia reconocer, y ella misma lo hace como mujer agradecida, que no hubiera llegado a ser la que es sin el discernimiento, la formación y la ayuda que recibió de estos religiosos.

Algunos rasgos de sus consejeros dominicos más relevantes:

Vicente Barrón

El P. Vicente Barrón era confesor de D. Alonso de Cepeda, mientras ejercía como profesor en Santo Tomás de Ávila. Cuando el padre de la santa se agrava, y ella va a asistirlo, en 1543, entra en contacto con este dominico, que pasará a ser director espiritual suyo. No solo en Ávila, sino también más tarde, cuando ella se hallaba en Toledo, para fundar allá. El gran servicio que hizo a la Madre cuando se acogió a su dirección fue que le ayudó a reemprender la oración, que tenía abandonada por considerarse inconsecuente. Teresa afirma que ya nunca más volvió a dejar la oración (V 7,17).
Ella califica a este dominico de muy gran letrado” (V 7,16) y reconoce: “este Padre dominico, que era muy bueno y temeroso de Dios, me hizo harto provecho” (V 7,17).

Pedro Ibañez († 1565)

Nacido en Calahorra. Profesó en 1540 en San Esteban de Salamanca, Fue luego profesor en San Pablo de Valladolid y en Santo Tomás de Ávila; rector de San Gregorio de Valladolid. Muy entregado a la formación de los jóvenes dominicos. Murió el 2.2.1565 en el convento de Trianos (León), del que era prior.
– Sus relaciones con la Madre Teresa parecen haber comenzado durante los primeros rumores diseminados en la ciudad contra el intento de fundación de San José. Las fundadoras –Teresa y doña Guiomar– recurrieron a pedirle consejo, por ser él “el mayor letrado que entonces había en el lugar y pocos más en su Orden” (V 32,16). Se adhirió al proyecto, y pasó a ser defensor incondicional de la Madre Teresa. La santa escribe para él las primeras Relaciones, a modo de instantáneas de su alma y vida en aquel momento (años 1560-1563), que en cierto modo constituyen el primer esbozo de su futuro Libro de la Vida. Al final de ellas (R 3,13), escribió la Santa: “Esta Relación, que no es de mi letra, que va al principio, es que la di yo a mi confesor, y él, sin poner ni quitar cosa, la sacó de la suya. Era muy espiritual y teólogo –con quien trataba todas las cosas de mi alma– y él las trató con otros letrados”. Efectivamente, Ibáñez escribió, para éstos, dos admirables reportajes teológicos, que son probablemente el primer enjuiciamiento crítico que poseemos del “hecho místico” teresiano. El primero de los dos, titulado Dictamen del P. Pedro Ibáñez…, consta de 33 brevísimas afirmaciones, a modo de postulados, que reflejan el conocimiento profundo que Ibáñez, como teólogo, tiene de la Santa. El segundo, titulado igualmente Informe del P. Pedro Ibáñez, es ya un estudio de los hechos místicos vividos por ella, y esclarecidos a la luz de la teología de santo Tomás. Le costó rendirse al criterio de pobreza absoluta de la fundación de San José defendidos por Teresa y Pedro de Alcántara (cf. V 35,4). Hizo de audaz intermediario entre la Santa y García de Toledo, futuro destinatario del relato de Vida (cf. V 34,10). Es él quien “procura” el primer breve pontificio para la fundación de San José. Y a su vez, es objeto de ciertas gracias místicas de la Santa.
Quizá lo más precioso del relato de la Santa sobre Ibáñez es el pasaje referente a su muerte (V 38,13), que nos deja constancia de que incluso en la última enfermedad del P. Ibáñez, medió entre los dos correspondencia epistolar: “escribióme poco antes que muriese, que qué medio tendría, porque como acababa de decir misa se quedaba en arrobamiento mucho rato…” (ib).

García de Toledo

Religioso dominico, primer destinatario del Libro de la Vida. Había nacido en Oropesa y Corchuela (Toledo) hacia 1515, de la familia de los condes de Oropesa. Hijo de Luis de Toledo Pacheco, hermano de Francisco de Toledo (conde de Oropesa). Joven todavía, viajó a Méjico al lado de don Antonio de Mendoza, Virrey de Méjico, en 1535. Ahí se apartó de la política e ingresó en el convento de Santo Domingo, donde hizo su profesión de dominico y estrenó sus afanes de predicador y de apóstol. En 1545 regresó a España, donde lo hallamos actuando de suprior del convento de Santo Tomás de Ávila en 1555. Sería entonces cuando entabló relaciones y confesó por primera vez a la Santa. Años después pasó al convento de Talavera, que había sido fundado por el famoso padre Juan Hurtado. Sucesivamente será prior en el convento de la Madre de Dios de Alcalá de Henares. En 1568 fue nombrado maestro de novicios (cta 12,3). Y al año siguiente, solicitado por su primo Francisco de Toledo, se embarcó con él, rumbo al Perú, donde este mismo iba con el cargo de virrey. Ya en Lima, el padre García será asesor de su primo, lo acompañará en sus visitas al virreinato, lo orientará en la elaboración de nuevas ordenanzas para el buen gobierno, y lo aconsejará asiduamente en sus empresas. El 28.6.1577, el capítulo reunido en Lima lo elige provincial de la provincia dominica de San Juan Bautista de Perú, que por esas fechas consta de dos centenares de religiosos. Con la ayuda de misioneros dominicos funda la ciudad de Oropesa (Perú) en recuerdo de su villa natal. En Lima decide el traslado dela Real Universidad a lugar adecuado e independiente (1577). Al finalizar su provincialato (1581), regresó a España, juntamente con el virrey, retirándose al convento dominico de San Ginés de Talavera (Toledo), donde murió en 1590, a los 75 de edad.
Con la Santa, el padre García de Toledo mantuvo relaciones intensas: ella misma refiere su encuentro con él en 1562, estando en el palacio de doña Luisa de la Cerda en Toledo, y cómo lo pidió a Dios por amigo de ambos: “Señor, no me habéis de negar esta merced: mirad que es bueno este sujeto para nuestro amigo” (V 34,8). Súplica que surtió efecto, no sin un episodio delicioso entre los cuatro interesados: el Señor, Teresa, García de Toledo y el amigo de ambos Pedro Ibáñez, que es quien lo refiere gozosamente (BMC 2,149-150). La Santa referirá, a su vez, cómo, hablando con él de tema espiritual, llega a extasiarse (V 34,15). A él alude la autora como responsable de la orden de escribir el libro (10,7). A él enviará, apenas escrito, el autógrafo de Vida: “no había acabado [yo] de leerlo después de escrito, cuando vuestra merced envía por él”, es decir, por el autógrafo (ib epílogo, 2). A él suplica la Santa “lo enmiende y haga trasladar” para enviarlo a san Juan de Ávila sin que nadie conozca su letra (ib). Será el P. García quien revise la primera redacción del Camino, y quien probablemente se lo mande redactar por segunda vez, y de nuevo revise esta segunda redacción. Él mismo fue el primero en proponer a la Santa redactar la historia de la fundación de San José, que luego continuaría en el relato de las Fundaciones (F pról, 2). Pero donde más presente y determinante es la presencia del P. García es a lo largo del relato de Vida: son numerosos los capítulos escritos en diálogo o en estrecha intimidad con él: “rompa vuestra merced esto que he dicho, si le pareciere, y tómelo por carta para sí, y perdóneme, que he estado muy atrevida” (V 16,8; y cf 10,8; 36,29…; 40,23). En ese clima de intimidad, mientras escribe, se dirigirá a él llamándolo “hijo mío”, “padre mío”, “mi confesor”, “a quien he fiado mi alma”, “de esta manera vivo ahora, señor y padre mío” (V 16,6; 40,23). Igualmente, al elaborar para los inquisidores de Sevilla la lista de sus asesores espirituales, lo mencionará expresamente, junto a “fray Pedro Ibáñez, que era entonces lector en Ávila y grandísimo letrado, y con otro dominico que llaman fray García de Toledo” (R 4,8). Una vez que el padre García ha llegado a Lima, la Santa lo recomienda a Lorenzo de Cepeda, también residente en Lima: “con el padre fray García de Toledo, que es sobrino [primo] del virrey -persona que yo echo harto menos para mis negocios- podrá vuestra merced tratar” (cta 24,14, escrita en enero de 1570). Desde Perú el p. García se carteará con Teresa (cta 39,4), quien no titubeará en escribir al propio virrey (ib: “en los envoltorios le escribía”, carta perdida, de ese año 1570). Y cuando en 1581 aquél regrese por fin a España, enseguida conocerá ella su proyecto de viaje y acogerá con alborozo su llegada a Sevilla: “en gran manera me holgué de saber estaba ahí [Sevilla] el mi buen padre fray García… Muéstrenle mucha gracia. Que hagan cuenta es fundador de esta Orden según lo que me ayudó…”: se lo dice a María de San José, priora del Carmelo hispalense (cta 412,7: del 8.11.1581). “Se espantaría si supiese lo que le debo” (ib 17). El egregio dominico no logró ver realizado su deseo de encontrarse de nuevo con la Santa: al llegar él a Ávila, ésta moría en Alba.

Domingo Báñez (1528-1604)

Teólogo dominico, asesor, gran amigo y colaborador de Teresa. Nacido en Valladolid el 28.2.1528, cursó estudios en la Universidad de Salamanca. Tomó el hábito dominico en San Esteban (1546), donde profesó al año siguiente (3.5.1547). Prosiguió sus estudios de teología en la misma universidad, teniendo entre sus maestros a Melchor Cano, a Diego de Chaves y a Sotomayor. Doctor en teología por la universidad de Sigüenza (1565). Desde 1567 hasta 1600 pasa por una serie de cátedras de teología de alto prestigio: Ávila, Alcalá, San Esteban de Salamanca, San Gregorio de Valladolid, y Universidad de Salamanca. En junio de 1571 nos informa Teresa: “llevan a fray Domingo por prior a Trujillo –que le eligieron–, y los de Salamanca han enviado a pedir al padre Provincial que se lo deje, no saben lo que hará” (cta 34,6). En Salamanca sucede a Bartolomé de Medina en la cátedra de Durando (1577), y posteriormente ocupa la cátedra de Prima (1581-1600), acontecimiento celebrado gozosamente por Teresa que en carta a una amiga escribe: “¡qué le parece a vuestra merced, qué honradamente salió fray Domingo Báñez con su cátedra!” (cta 378,7). El maestro dominico murió en Medina del Campo el 22.10.1604. Sus relaciones con la Santa se extienden a todo el período de las fundaciones, desde 1562 hasta más allá de la muerte de la Fundadora. Aunque muy apretadamente, podrían resumirse así:
a) Báñez interviene por primera vez a favor de la Santa con motivo de la fundación de San José de Ávila. Está presente en “la junta grande” del Concejo de la ciudad (30.8.1562, a los pocos días de la fundación): “todos juntos dijeron que en ninguna manera se había de consentir [el nuevo monasterio]…Solo un Presentado de la Orden de Santo Domingo, aunque era contrario no del monasterio sino de que se fuese pobre, dijo que no era cosa que así se había de deshacer…” (V 36,15), pasaje anotado por el mismo Báñez en el autógrafo teresiano: “Yo me hallé presente y di ese parecer. Fray Domingo Bañes”.
b) En una u otra forma, Báñez está presente en casi todos los escritos teresianos. En Vida, probablemente él es uno de los “cinco que al presente nos amamos en Cristo” (16,7); más tarde (hacia 1566) retiene en su poder el manuscrito de la Santa (CE 73,6), y privadamente lo difunde entre lectoras selectas; vuelve a requerir el libro en febrero de 1568, cuando la Santa decide enviarlo a san Juan de Ávila (ctas 8,9 y 10,2). Una vez retirado el libro por la Inquisición, Báñez emitirá un extenso voto a favor de la obra, consignándolo de su puño y letra en las páginas finales del autógrafo teresiano: texto por él firmado en Valladolid a 7 de julio de 1575. En varias otras páginas del autógrafo quedarán anotaciones de su mano, si bien sumamente parcas. Será él quien “al presente es mi confesor”, el autor de la licencia dada a la Santa para “escribir algunas cosas de oración”, es decir, para redactar el Camino de Perfección: lo recordará Teresa en el prólogo y en el epílogo de la obra, a la vez que la somete a su revisión y aprobación, si bien no parece que Báñez la haya leído o haya dado su aprobación al escrito, según él mismo atestigua en el proceso de beatificación de la autora (BMC 18,10).
En el relato de las Fundaciones, comparece Báñez ya desde la primera salida de Teresa a fundar el Carmelo de Medina: los dos se encuentran en Arévalo cuando la Santa va camino de la fundación (F 3,5). Interviene en la dramática vocación de Casilda de Padilla (11,3), y en desbloquear el empeño de pobreza absoluta de la Santa (con ocasión de las fundaciones de Malagón (F 9,3), y de Alba (F 20,1). Intervendrá posteriormente en el fallido proyecto de introducir un colegio de doncellas en el Carmelo medinense (cta 53,2), etc. Es interesante el hecho de que, pese a los prejuicios de aquellos años y al triste episodio de fray Luis encarcelado, Báñez da por escrito su visto bueno a los comentarios de la Santa sobre ciertos versos del Cantar de los Cantares, en una de las copias de los Conceptos del amor de Dios (códice de Alba, dos veces aprobado de su mano y letra). Por fin, respecto del Castillo Interior, la Santa misma nos informa que a Báñez no le gusta tanto, quizás en comparación con el Libro de la Vida: “fray Domingo Báñez dice [que] no está bueno [ese nuevo libro]” (cta 324,9), si bien ella no se rinde a ese parecer: “A mi parecer le hace ventaja el que después he escrito…; al menos había más experiencia que cuando le escribí” (más experiencia al escribir el Castillo) (ib ).
En el listado de teólogos asesores alegados por la Santa en la Relación 4 (Sevilla 1575-1576), “el maestro fray Domingo Báñez, que es consultor del Santo Oficio, ahora en Valladolid” (n. 8) ocupa el segundo puesto, después del P. Barrón: “me confesé [con él] seis años, y siempre trata con él por cartas, cuando algo de nuevo se le ha ofrecido” (ib). De las numerosas cartas de la Santa al teólogo dominico, solo nos han llegado cuatro, pero su recuerdo está presente en numerosas páginas del epistolario teresiano. Cuando unos años antes de morir, el propio padre Báñez tenga que hacer el elogio de Ana de Jesús como fundadora del Carmelo francés, escribirá el 4.7.1604: “Yo puedo dar testimonio de esto [de las virtudes y teresianismo de M. Ana], porque traté y confesé por espacio de veinte años a la Madre Teresa de Jesús, y después acá conozco a todas las religiosas señaladas de su Orden, por la mucha familiaridad que con ellas he tenido y tengo” (BMC 29,368).
c) Cuando en el noviciado de Pastrana, recién fundado, surgen entre los descalzos tendencias ascéticas extremistas, la Santa recurre a Báñez, quien responde con una carta memorable, cortada a la medida de los deseos de la Madre: 23.4.1572 (BMC 6,131).
d) En cambio, Báñez, que en 1575 había aprobado de cara a los inquisidores el Libro de la Vida, no se mostró favorable a su difusión en letra de molde, coincidiendo en esto con el dictamen del Maestro Juan de Ávila. Incluso parece haber sido contrario a que el autógrafo teresiano se sometiese a la opinión de este último (cf. carta a doña Luisa de la Cerda: 10,2, del 23.6.1568). Y cuando por fin el libro vea la luz pública, editado por fray Luis de León (Salamanca 1588), Báñez hace públicamente esta observación: “…Por el cual [autógrafo] dicen se ha impreso el que anda en público, y se holgara este testigo que juntamente se imprimiera su censura [la del mismo Báñez], para que se entendiera con cuánto recato se debe proceder en santificar a los vivos…” (BMC 18,10). Declaración hecha en el proceso de beatificación de Teresa en Salamanca, el 16.10.1591.
Desde el punto de vista teológico o doctrinal, Báñez es sin duda uno de los maestros que más profundamente influyeron en la Santa. En el delicado sector de los criterios para discernir las gracias místicas, él había sido precedido por otro dominico insigne, Pedro Ibáñez (cf. BMC 2, 130-152), criterios refrendados y actualizados por aquél durante un período mucho más prolongado. Es él quien desaprueba categóricamente –ya antes que san Juan de Ávila– el grosero procedimiento de las higas (F 8,3). A escala de intimidad, la Santa se interesó por conocer el asunto de la “gracia eficaz” en que estaría o ya estaba mezclado el teólogo dominico. Y de él deriva probablemente la terminología de Teresa cuando habla de “auxilio general” (M 5,2,3) y “auxilio particular” (M 3,1,2), así como el típico concepto que ella tiene de lo “sobrenatural” (R 5,3) y otras nociones de soteriología y teología trinitaria. Pero quizás el dato más destacado en esta historia menuda de Báñez y Teresa es la profunda amistad que ella mantuvo con el teólogo dominico y el alto aprecio que a él profesó. Es famoso el comienzo de una de las cartas que le dirige: “No hay que espantar de cosa que se haga por amor de Dios, pues puede tanto el de fray Domingo, que lo que le parece bien, me parece, y lo que quiere quiero, y no sé en qué ha de parar este encantamiento” (cta 61,1: del 28.2.1574). A su vez él “tenía tan gran opinión de ella, que predicando en sus honras [apenas muerta] en el monasterio de religiosas descalzas de la misma ciudad [Salamanca] dijo que la tenía por tan santa como a santa Catalina de Sena, y que en sus libros y doctrina la excedía” (D. de Yepes, Vida, virtudes..., Zaragoza 1606, páginas introductorias n. n.). Años después, al instruirse el proceso de beatificación de la Santa en Salamanca (15.10.1591), Báñez será el primero en comparecer como testigo (el 16.10.1591), y comenzará su declaración: “dice que conoció a la dicha madre Teresa de Jesús… 29 años, y que por espacio de 20 años la trató este testigo muy familiarmente… confesándola y aconsejándola y respondiendo a sus preguntas; y éstos debieron ser, poco más o menos por espacio de siete u ocho años, y los demás años por cartas que muy continuamente tenía de ella…” (BMC 6, 131; 18, 6).

Diego de Yanguas

Nacido en Segovia hacia 1539, ingresa en los dominicos de Atocha (Madrid) y cursa estudios en San Gregorio de Valladolid y Santo Tomás de Ávila. Enseñó teología en Segovia, Plasencia, Burgos y Valladolid. – Probablemente conoce a Teresa en 1562, cuando esta funda San José de Ávila y él cursa estudios en santo Tomás de la misma ciudad. Relaciones espirituales más profundas se establecieron entre los dos a partir de 1574, durante la fundación del Carmelo de Segovia. Testifica él mismo: “la conoció y trató muy familiarmente por más de ocho años, hasta que murió”: 1574-1582.
La Santa lo cuenta entre sus principales confesores teólogos (R 4,8). Es asesorada por él en la elección de confesor en Toledo (1576-1577). Testigo privilegiado de ciertas gracias místicas de la Santa, alude a algunas en su deposición para el proceso de canonización (BMC 18, 239). Es también él quien la decide a arrojar al fuego su glosa al Cantar de los Cantares (autógrafo de los Conceptos del Amor de Dios). En 1580, Gracián y él forman un tribunal improvisado para revisar el autógrafo del Castillo Interior: “leímos este libro en su presencia el P. Fray Diego de Yanguas y yo, arguyéndole yo muchas cosas dél diciendo ser malsonantes, y fray Diego respondiéndome a ellas, y ella diciendo que las quitásemos” (Scholias). Entre 1578 y 1579 Yanguas escribe, por encargo de Teresa, la Vida de San Alberto de Sicilia (carmelita), cuyo manuscrito envía la propia Santa a don Teutonio de Braganza para que sea editado en un solo tomito con el Camino de Perfección (Évora 1582; cf cta 305,1). Biografía que está precedida de una carta dedicatoria del autor a la M. Teresa aún en vida, con elogios que preludian la famosa Carta-prólogo de fray Luis de León. – Yanguas compondrá para el sepulcro de la Santa en Alba un célebre epitafio en versos castellanos. En el proceso de canonización de Teresa, Yanguas depuso ante el tribunal de Piedrahíta (Ávila) el 20.12.1595 (BMC 18, 238-243). En 1605 se asocia a J. Gracián, ya vuelto de África, para promover la reformación de las dominicas de La Laura (Villafranca – Pontevedra), a ruegos de la duquesa de Alba, Dª María de Toledo (MHCT 19,260-261). Murió en 1607. – De su carteo con la M. Teresa, atestiguado por él mismo en su deposición del Proceso, no nos ha llegado carta alguna. Su perfil humano lo trazó así Teresa: “harto agudo de ingenio” (R 4,8).

Luis de Granada

Famoso escritor dominico, coetáneo de Teresa, leído y admirado por ella. Nacido en Granada en 1504, de familia humilde, queda huérfano a los 5 años. A los 24, ingresa dominico en Santa Cruz la Real, de Granada, donde profesa al año siguiente (15.6.1525). Cursa estudios superiores en el colegio de San Gregorio de Valladolid a partir de 1529. En 1534, se inscribe para embarcarse como misionero en América. Impedido por decisión de los superiores, se instala en el famoso convento de Escalaceli (Córdoba) y entabla relaciones de amistad con san Juan de Ávila. En 1551, el Cardenal Enrique lo lleva a Évora, de donde pasará a Lisboa, que será su residencia habitual hasta la muerte, ocurrida el 31.12.1588, tras publicar numerosas obras de espiritualidad, de catequesis y de teología.
Granada entra en el mundo espiritual teresiano por numerosos motivos: ante todo, Teresa es lectora apasionada de sus libros probablemente desde los años de su entrenamiento en la oración meditativa. Su “Libro de la oración y meditación” es seguramente uno de los preferidos. Editado en 1554, Teresa tendrá que entregarlo a la hoguera en 1559, al ser incluido en el “Índice” de Valdés. Pero rehecho y reeditado en 1566, es fácil que de nuevo llegase a manos de la Santa. Entre los otros libros probablemente leídos por ella, habría que enumerar al menos el Memorial de la Vida Cristiana (1565), la Guía de pecadores (1556), y quizás el Manual de diversas oraciones… (1557). Los recomienda en bloque para cada comunidad carmelita en las Constituciones (2,7): “Tenga cuenta la priora con que haya buenos libros, en especial… los del padre Granada”. En las Fundaciones (28,41) recordará que las postulantes de Villanueva de la Jara “por los libros del padre Granada y de fray Pedro de Alcánta se gobernaban”. El entusiasmo de la Santa por el escritor y hombre espiritual que es Granada, la lleva a escribirle una carta de elogio y gratitud, que le hace entregar en propia mano por don Teutonio de Braganza (sobrino del Cardenal Enrique), en Lisboa (cta 82), ambos, el cardenal y don Teutonio, íntimos de Granada. La carta es el mejor testimonio de todo lo dicho: “De las muchas personas que aman en el Señor a vuestra paternidad por haber escrito tan santa y provechosa doctrina, y dan gracias a Su Majestad, y por haberla dado a vuestra paternidad para tan grande y universal bien de las almas, soy yo una. Y entiendo de mí que por ningún trabajo hubiera dejado de ver a quien tanto me consuela oír sus palabras, si se sufriera conforme a mi estado y ser mujer…” (ib 1). “Me he atrevido muchas veces a pedir a nuestro Señor la vida de vuestra paternidad sea muy larga” (ib 2)...".