lunes, 4 de febrero de 2019
jueves, 31 de enero de 2019
31 de enero. San Juan Bosco.

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"Hoy es la fiesta de san Juan Bosco (1815-1888), el fundador de los salesianos, para la educación de los jóvenes necesitados o en riesgo de exclusión y de las hijas de María Auxiliadora, junto a santa María Mazzarello. La familia salesiana hoy está extendida en 130 países.
Es el patrono de los editores católicos (escribió muchos libritos para la educación de los jóvenes) y también de los prestidigitadores (ya que le gustaba hacer todo tipo de juegos acrobáticos para entretener a los niños)...
Él mismo nos cuenta cómo surgió su vocación cuando tenía solo 9 años, y en qué consiste, aunque las cosas las comprendió más tarde:
«Cuando tenía nueve años, tuve un sueño. ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de juego de la escuela. Había muchos muchachos, algunos de ellos decían malas palabras. Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con mis puños. Fue entonces cuando apareció un personaje que me dijo: "No con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos". Yo tenía solo nueve años. ¿Quién me estaba pidiendo a hacer algo imposible? Él me respondió: "Yo soy el Hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día. Mi nombre pregúntaselo a mi madre". De repente apareció una mujer de majestuosa presencia. Yo estaba confundido. Él me llevó hacia ella y me tomó de la mano. Me di cuenta que todos los niños habían desaparecido y en su lugar vi todo tipo de animales: perros, gatos, osos, lobos... Ella me dijo: "Hazte humilde, fuerte y robusto… y lo que tú ves que sucede a estos animales, tú lo tendrás que hacer con mis hijos". Miré alrededor y vi que los animales salvajes se habían convertido en mansos corderos. Yo no entendí nada y pregunté a la señora que me lo explicara. Ella me dijo: "A su tiempo lo comprenderás todo"».
Oración. Dios nuestro, que elegiste a San Juan Bosco, para que fuera padre y maestro de la juventud, concédenos que, animados por esa misma caridad que ardía en su corazón, busquemos el bien de las almas y vivamos entregados a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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miércoles, 30 de enero de 2019
La parábola del sembrador. Mc 4,1-20

"Esta breve semilla de tu Reino,
en cada uno tiene su cadencia,
su ritmo personal de crecimiento,
hasta elevar sus ramos sobre tierra.
Tú, sembrador, aguardas el mañana
sin perder la esperanza y la paciencia.
No tiras de los tallos más pequeños
para que todos, igualados, crezcan.
Pero sí te señalas en cuidados
donde es más pobre y áspera la gleba,
comprensivo de cómo la simiente
debe luchar para granar tu espera.
A veces, ¡ay de mí! débil matojo,
envidio a los que ya la espiga muestran,
o desprecio a las otras hierbecillas
que en tu trigal a despuntar empiezan.
No consigo aceptar, aunque lo vivo,
que tu Reino frutece en forma lenta.
Me fascina lo fácil, lo inmediato,
lo que se alcanza sin sudor ni pena.
Siéntate junto a mí, las plantas aman
la lluvia fiel de tu Palabra eterna,
y enséñame a esperar con alegría
el momento estival de la cosecha".
(Luis Carlos Flores Mateos, sj)
martes, 29 de enero de 2019
viernes, 25 de enero de 2019
La conversión de san Pablo
"Al terminar mis estudios en Jerusalén, me establecí en Damasco, capital de Siria. Allí encontré un buen trabajo y vivía tranquilo, como cualquier joven de mi edad. Por entonces, llegó a la ciudad un grupo de judíos que seguía a Jesús de Nazaret. Decían que él era el Mesías, enviado por Dios para salvar a los hombres. También decían que nuestras autoridades habían hecho mal condenándole a morir en una cruz, que Jesús había resucitado del sepulcro y que solo creyendo en él se puede alcanzar la vida eterna.
Estos discípulos de Jesús venían de Jerusalén, donde nuestras autoridades habían decretado que no se les permitiera hablar en público. Los que desobedecieran, debían ser encarcelados y castigados con severidad. Yo me dediqué a perseguirlos, denunciando a los que hablaban de Jesús, para que fueran juzgados y metidos en la cárcel. Incluso estuve presente cuando alguno de ellos fue condenado a muerte, como el diácono san Esteban, que fue apedreado a las puertas de Jerusalén por predicar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios (Hch 7,58).
Pero Dios quería otra cosa de mí y me hizo comprender que estaba equivocado. En cierta ocasión que iba de viaje, precisamente con la misión de encarcelar a algunos cristianos, una gran luz me cegó. Fue como un relámpago. Yo me caí en medio del camino, sin entender lo que estaba pasando. De repente, escuché una voz que me decía: “Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9,1ss).
Como yo no podía ver, estaba muy asustado. Entonces, pregunté al que me hablaba: “¿Quién eres?” Él me respondió con una voz suave y dulce, como nunca había escuchado antes: “Soy Jesús, a quien tú persigues.”
Entonces le vi (cf. 1Cor 9,1). Era Jesús, lleno de gracia y de poder. ¡Estaba vivo de verdad! Nunca podré olvidar su mirada, ya que no me miraba enfadado, sino con un infinito amor, a pesar de que yo era su enemigo. Él quería ser mi amigo y me ofrecía su perdón. Algo cambió dentro de mi mente y de mi corazón. Sentí que, desde ese momento, nada volvería a ser igual. Comprendí que, al perseguir a los discípulos de Jesús, estaba persiguiendo a Jesús mismo. A pesar de todo, él me ofrecía su perdón y su amistad. ¿Cómo podía agradecerle yo tanta generosidad?
Desde entonces, "lo que para mí era ganancia, lo considero una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la grandeza del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien dejé todas las cosas, y las tengo por basura a su lado" (Flp 3,7-8).
Levantándome del suelo, todavía ciego y asustado, le pregunté: “Dime, Jesús, ¿qué quieres que haga?” Él me dijo que siguiera mi viaje hasta Damasco. Allí me explicarían lo que tenía que hacer. Como yo seguía sin ver nada, me llevaron de la mano. Mis compañeros de camino estaban asombrados, porque oyeron el diálogo entre Jesús y yo, pero a él no le vieron.
Durante tres días permanecí esperando en oración, totalmente ciego. Al cabo de ese tiempo, se presentó en la casa donde yo estaba un discípulo de Jesús, que se llamaba Ananías. Jesús mismo le había dicho en un sueño que viniera para explicarme el evangelio. Él tenía miedo, porque sabía que yo había perseguido a los creyentes en Jesús y creía que yo lo iba a engañar. Cuando vio mi buena fe, me explicó todo lo referente a la vida y a los milagros de Jesús. Me bautizó y me impuso las manos. Yo volví a ver y daba gracias a Dios, muy contento (Hch 9,10ss)". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
El papa a los jóvenes en la JMJ:
"El cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que cumplir (...). El cristianismo es Cristo"

"Ante más de cien mil jóvenes, el Papa Francisco lo dejó claro. Y lo quiso hacer desde el principio: "Lo más esperanzador de esta Jornada no será un documento final, una carta consensuada o un programa a ejecutar. Lo más esperanzador de este encuentro serán vuestros rostros y una oración".
La apertura de la JMJ de Panamá tuvo lugar en el Parque de la Cinta Costera, en la Antigua. Junto a los dos mares que golpean este pequeño país de Centroamérica, símbolo de lo que se puede constuir juntos, pero también de la crudeza de los lugares de paso.
Francisco llegó sonriente, rodeado de una multitud que representaba un centenar de países de todo el mundo. La Iglesia joven, global, un signo de esperanza en mitad de lo que algunos definirían como barca azotada por la tempestad. No quiso Bergoglio que fuera así entre los jóvenes.
Como si fuera una estrella de rock, Francisco entró en el parque entre gritos, música y flashes de móviles y cámaras. Varios jóvenes le esperaban a los pies del estrado, representantes de las distintas realidades, los distintos matices. Ni el viento -que soplaba, con fuerza- pudo con el ímpetu de Bergoglio, que quiso entrar con los jóvenes de la mano hasta el altar.
En su discurso de bienvenida, después de escuchar el agradecimiento de monseñor Ullosa y a los chicos y chicas que simbolizaban a los patronos de esta JMJ (de Romero a Juan Pablo II, de Don Bosco y Sor María Romero al indio Juan Diego, San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima o san José Sánchez del Río, el Papa recordó sus palabras en la JMJ de Cracovia. "Algunos me preguntaron si iba a estar en Panamá y les contesté: 'yo no sé, pero Pedro seguro va a estar. Pedro va a estar'. Hoy me alegra decirles: Pedro está con ustedes para celebrar y renovar la fe y la esperanza".
Porque, en torno al Papa, "Pedro y la Iglesia caminan con ustedes y queremos decirles que no tengan miedo, que vayan adelante con esa energía renovadora y esa inquietud constante que nos ayuda y moviliza a ser más alegres y disponibles, más testigos del Evangelio", para "ir adelante no para crear una Iglesia paralela un poco más "divertida" o "cool" en un evento para jóvenes, con algún que otro elemento decorativo, como si a ustedes eso los dejara felices".
Al contrario, Bergoglio invitó a los jóvenes, como apuntó el Sínodo, a "caminar escuchándonos y a escuchar complementándonos", con el servicio concreto.
"Venimos de culturas y pueblos diferentes, hablamos lenguas diferentes, usamos ropas diferentes. Cada uno de nuestros pueblos ha vivido historias y circunstancias diferentes. ¡Cuántas cosas nos pueden diferenciar!, pero nada de eso impidió poder encontrarnos y sentirnos felices por estar juntos", subrayó el Papa, que pidió a los jóvenes transformarse "en verdaderos maestros y artesanos de la cultura del encuentro".
"Venimos de culturas y pueblos diferentes, hablamos lenguas diferentes, usamos ropas diferentes. Cada uno de nuestros pueblos ha vivido historias y circunstancias diferentes. ¡Cuántas cosas nos pueden diferenciar!, pero nada de eso impidió poder encontrarnos y sentirnos felices por estar juntos", subrayó el Papa, que pidió a los jóvenes transformarse "en verdaderos maestros y artesanos de la cultura del encuentro".
"Con sus gestos y actitudes, con sus miradas, sus deseos y especialmente con su sensibilidad desmienten y desautorizan todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que no son como nosotros", recordó el Santo Padre citando a Benedicto XVI que, afirmó, "está entre nosotros, siguiéndonos desde la televisión". "Un aplauso para él", pidió el Papa, quien insistió en que "el padre de la mentira prefiere un pueblo dividido y peleado, a un pueblo que aprende a trabajar juntos".
Por contra, añadió, "ustedes quieren ser constructores de puentes, no de muros". "Ustedes nos enseñan que encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos lo mismo o vivir todos iguales haciendo y repitiendo las mismas cosas, escuchando la misma música o llevando la camiseta del mismo equipo de fútbol".
"No, eso no. La cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común", recordó. Un sueño "grande y capaz de cobijar a todos", el sueño de Jesús. "Un sueño llamado Jesús sembrado por el Padre con la confianza que crecerá y vivirá en cada corazón. Un sueño que corre por nuestras venas, estremece el corazón y lo hace bailar cada vez que los escuchamos". La ley del amor, entre nosotros. "¿Quién es ese sueño?", preguntó. "¡Jesús!", respondió la multitud.
Citando de nuevo a monseñor Romero, el Papa recordó que "el cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, o de prohibiciones. Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una Persona que me amó tanto, que reclama y pide mi amor. El cristianismo es Cristo". Y no sólo eso, añadió Bergoglio: "es desarrollar el sueño por el que dio la vida: amar con el mismo amor que nos ha amado".
El amor, "un amor que no 'patotea' ni aplasta, un amor que no margina ni calla, un amor que no humilla ni avasalla", proclamó el Papa. Un amor "que sabe más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado. Es el amor silencioso de la mano tendida en el servicio y la entrega que no se pavonea".
"¿Creés en este amor? ¿Es un amor que vale la pena?", gritó el Papa. Y todos los jóvenes contestaron que sí. "¿Querés que este sueño tenga vida? ¿Querés darle carne con tus manos, con tus pies, con tu mirada, con tu corazón? ¿Querés que sea el amor del Padre el que te abra nuevos horizontes y te lleve por caminos jamás imaginados y pensados, soñados o esperados que alegren y hagan cantar y bailar al corazón?". Y la respuesta fue la misma.
Francisco quiso dejar clara una cosa, para que nadie se lleve a engaño: "Lo más esperanzador de esta Jornada no será un documento final, una carta consensuada o un programa a ejecutar. Lo más esperanzador de este encuentro serán vuestros rostros y una oración". Una Iglesia joven, de experiencias, de caricias, de cercanía.
Según las fuentes oficiales, más de 110.000 personas, entre peregrinos, religiosos, voluntarios y periodistas, participan en la Jornada Mundial de la Juventud, procedentes de 150 países. De acuerdo a los datos oficiales, del total de personas que participan en el evento, 85.884 son peregrinos, 450 obispos, 2.250 sacerdotes, 19.500 voluntarios y 2.500 periodistas". Religión Digital.
domingo, 20 de enero de 2019
Jesús bailando

"En Navidad celebramos que el Hijo de Dios de hizo pequeño, débil, naciendo en la pobreza de Belén. El día de su bautismo pudimos comprobar hasta donde llega su humildad, ya que se metió en la fila de los pecadores, confundiéndose con uno de tantos. Hoy, en el evangelio de la misa leemos el relato de las bodas de Caná.
San Juan dice tres cosas muy interesantes como conclusión del relato:
1- Es el primer «signo» de Jesús,
2- que «manifestó su gloria» e
3- hizo que surgiera la fe de los discípulos.
Por lo tanto, no se trata de un acontecimiento cualquiera sino un resumen de todo el mensaje de Jesús y de su evangelio.
El mensaje de Jesús tiene que ver con el matrimonio (el amor) y con el vino (la fiesta). Es como una actualización del Cantar de los cantares...
A muchos les gustaría un Jesús más solemne, que se manifiesta en el templo, entre nubes de incienso, pero él elige una boda, un banquete, un encuentro de amigos para festejar a unos recién casados.
El texto litúrgico comienza así: «En aquel tiempo, había una boda en Caná», pero en el evangelio empieza de otra manera: «Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná».
«Al tercer día», como muchas otras cosas importantes en la Biblia, especialmente la resurrección del Señor. Aunque estamos hablando de un acontecimiento situado al inicio de la vida pública de Jesús, el evangelista quiere que lo pongamos en relación con Cristo resucitado, que se hace hoy presente y quiere celebrar una fiesta con nosotros.
El acontecimiento tiene un gran simbolismo. Aquí solo me fijo en el detalle de Jesús que acude al banquete de bodas. Algunos fariseos (a los que debía dolerles mucho el estómago, porque siempre se estaban quejando y parece que nunca sonreían) le acusaron de que era comilón y borracho y de que le gustaba mucho banquetear con los pecadores.
Jesús les parecía un mesías poco solemne, demasiado alejado de la majestuosidad que ellos creían que debía rodear al salvador, más amigo de los encuentros entre amigos que de los cultos solemnes en el templo.
Sin embargo a mí me gusta este Jesús sencillo y humilde, que comparte con los hombres las alegrías y las tristezas y que no rechaza un vaso de vino en una fiesta. Por eso acompaño la entrada con un precioso cuadro de Jesús bailando y riendo en una fiesta, ya que la seriedad no está reñida con el buen humor". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
martes, 15 de enero de 2019
El Tiempo Ordinario

"El año litúrgico comienza con las 4 semanas de Adviento, en las que nos disponemos a acoger a Jesús que viene a salvarnos. El que vino (naciendo de la Virgen María en Belén) y vendrá (lleno de gloria al final de los tiempos) viene cada día a nuestro encuentro.
Continúa con el tiempo de Navidad, en el que profundizamos en el amor infinito de Dios, que le ha llevado a enviarnos a su propio Hijo, hecho niño para convertirnos en miembros de su familia, para hacernos partícipes de su vida.
Terminadas las fiestas de Navidad, comienza la primera parte del Tiempo Ordinario, que se prolonga hasta el Miércoles de Ceniza ...
Durante los 40 días de Cuaresma recordamos nuestro bautismo, renovamos nuestros deseos de conversión y nos preparamos para la Pascua.
En Pascua conmemoramos los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, que continuamente renueva su "entrega" por nosotros, que camina a nuestro lado "todos los días, hasta el fin del mundo", que es nuestra fortaleza y nuestra esperanza. Los 50 días de Pascua concluyen con la celebración de Pentecostés.
Después comienza la segunda parte del Tiempo Ordinario, el período más largo del año, en el que seguimos escuchando las enseñanzas de Jesús, imitando sus ejemplos, viviendo se su vida.
A lo largo del Tiempo Ordinario tomamos conciencia de la presencia del Señor en nuestro caminar de cada día, en la vida cotidiana, en los trabajos y gozos, sufrimientos y esperanzas de cada uno de nosotros.
Jesús, ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega, suyo es el tiempo y la eternidad, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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