jueves, 29 de noviembre de 2018
miércoles, 28 de noviembre de 2018
28 de noviembre, aniversario del nacimiento de los frailes carmelitas descalzos.
"El día 28 de noviembre de este año 2018 se cumplen los 450 años de la fundación de los carmelitas descalzos en Duruelo, que la madre Teresa recuerda como “portalito de Belén” a la casa de la fundación, y al lugar geográfico como “lugarcillo”, de “hartos pocos vecinos, que me parece no serían veinte”. De la antigua alquería no se conserva ningún rastro, integrada, suponemos, en la edificación del posterior convento. Tan desconocido y perdido estaba el lugarejo en la meseta castellana, que tardó la Madre y sus acompañantes casi un día en dar con él, camino a Valladolid desde Ávila. Y tan destartalada y sucia encontraron la casa, que tuvieron que pasar la noche en el santo suelo de la iglesita. Pero lo más curioso es la genialidad de la madre Teresa metida a arquitecta ocasional, porque fue capaz de convertir aquel chamizo inhabitable en un convento de frailes:
“Tenía un portal razonable -dice- y una cámara doblada con su desván y una cocinilla. Este edificio tenía nuestro monasterio. Yo consideré que en el portal se podía hacer iglesia [¡!], y en el desván coro (que venía bien), y dormir en la cámara”.
Ese era el proyecto original, pero los primeros inquilinos hicieron del desván, con caballete en medio, no solo coro, sino que, en las zonas bajas, “dos ermitillas [¡!], adonde no podían estar sino echados o sentados llenas de heno y el tejado casi les daba sobre las cabezas” desde donde podían ver el altar.
Aquí nació la Reforma teresiana entre los varones el primer domingo de Adviento de aquel año. Los dos frailes primeros, Antonio de Jesús y Juan de la Cruz llenaron la casita de cruces y calaveras, de relojes de arena “para tener las horas concertadas” y colocaron para reclinar las cabezas dos piedras por almohadas para conciliar el poco tiempo que dedicaban al sueño mientras se les colaba la nieve entre las rendijas del tejado. Visto el hábitat originario, la imagen más apropiada que nos sugiere es la del manantial que se convirtió en un río caudaloso que pronto inundó España y Europa de conventos de frailes descalzos de la madre Teresa; como una semiente primordial arrojada a tierra buena creció sin que sepamos cómo, según la breve y sugerente parábola del evangelista Marcos.
Aunque todo apunta a que el proyecto es obra de la fundadora Teresa, los primeros profesos varones quisieron potenciar la ascesis sugerida por ella acompañada del trabajo apostólico. La Madre gozó al saber que salían a predicar en los pueblos cercanos, pero desaprobó el excesivo rigor de las penitencias personales y comunitarias, temiendo que no fuese una treta del demonio para acabar con el proyecto impidiendo a los candidatos abrazar aquel estilo de vida. Y en esto se equivocó la madre Teresa. La Reforma teresiana entre los frailes, igual que la de las monjas, tuvo un éxito espectacular y en ella ingresaron no solo ermitaños montaraces y semianalfabetos, sino gente eminente en letras, universitarios de prestigio con títulos ya conseguidos y también hijos de familias nobles. El aprecio a los frailes “reformados” estaba muy de acuerdo con la mentalidad religiosa con que se vivía el cristianismo en aquel siglo y en aquella geografía, aunque hoy nos parezca mentira"
martes, 27 de noviembre de 2018
Preparar el camino al Señor con Nuestra Señora del Monte Carmelo es el lema del Retiro Online que los carmelitas descalzos nos proponen para el tiempo de Adviento 2018.
https://delaruecaalapluma.wordpress.com/2018/11/26/adviento-online-con-ntra-sra-del-carmen/?fbclid=IwAR3T-CTb1scnqrcxf7JjFsS-_yFKIkrnGWG7-nowHQ334ZIzqgwgTOa_wQ4
https://delaruecaalapluma.wordpress.com/2018/11/26/adviento-online-con-ntra-sra-del-carmen/?fbclid=IwAR3T-CTb1scnqrcxf7JjFsS-_yFKIkrnGWG7-nowHQ334ZIzqgwgTOa_wQ4
lunes, 26 de noviembre de 2018
Origen de los carmelitas descalzos
"Santa Teresa de Jesús fundó el monasterio de San José de Ávila 24 el de agosto de 1562. Allí comenzó la historia de las monjas carmelitas descalzas. Ella misma preparó la fundación de los frailes carmelitas descalzos, que dio inicio en Duruelo el 28 de noviembre de 1568 de la mano de san Juan de la Cruz.
Solo un año y medio después, en 1570, la fundación se trasladó a Mancera, un pueblo algo más grande y con mejores posibilidades. En 1600, la fundación se trasladó a Ávila y se construyó el nuevo convento sobre el solar de la casa de D. Alonso Sánchez y Dña. Beatriz de Ahumada, padres de santa Teresa, transformando la alcoba donde ella nació en una capilla.
Desde 1637 a 1835 volvió a haber frailes carmelitas descalzos en Duruelo, un conventillo de retiro, en un lugar casi desierto. En 1947 fundaron un monasterio allí las carmelitas descalzas. Los restos del antiguo convento de frailes pertenecen a las monjas, que han hecho allí una ermita y una pequeña casa de retiro.
Hoy, los frailes carmelitas descalzos estamos extendidos por todo el mundo e intentamos vivir nuestra consagración según las enseñanzas que recibimos de nuestros santos padres: santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
miércoles, 14 de noviembre de 2018
14 de noviembre. Fiesta de todos los santos carmelitas.
https://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com/2015/11/que-de-santos-tenemos-en-el-cielo-que.html
"En el día de todos los santos carmelitas, recordemos estas palabras de santa Teresa de Jesús: «Pongan siempre los ojos en la casta de donde venimos, de aquellos santos Profetas. ¡Qué de santos tenemos en el cielo que trajeron este hábito! Tomemos una santa presunción, con el favor de Dios, de ser nosotros como ellos» (Fundaciones 29,33).
En otro lugar dice: «Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación, porque este fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos» (V Moradas 1,2).
La peculiaridad de los santos carmelitas es que muchos han sido también grandes escritores que han enriquecido con su doctrina a la Iglesia. Por eso, Thomas Merton escribió: «No hay miembro de la Iglesia que no deba algo al Carmelo».
Los santos de la Orden son un ejemplo y un estímulo para los que hoy pertenecemos a ella por distintos vínculos (frailes, monjas, consagrados, seglares). Pidamos al Señor que el Carmelo siga siendo una escuela de santidad...". P. Edurado Sanz de Miguel, ocd.
https://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com/2015/11/que-de-santos-tenemos-en-el-cielo-que.html
lunes, 12 de noviembre de 2018
Las clases medias de la santidad
"Joseph
Malegue -ese gran novelista cristiano que en España no ha sido ni siquiera
traducido- dejó a medio escribir una novela cuyo título era el mismo que yo he
puesto a este artículo. Y en ella -por los pocos fragmentos que se conocen-
desarrollaba una idea ya varias veces apuntada en sus obras anteriores: que
para profundizar en los fenómenos religiosos no hay que explorar sólo en el
alma de los grandes santos, de los santos de primera, de los aristócratas de la
santidad, sino que «las almas modestas contaban también; contaban además las
clases medias de la santidad».
Nada más
cierto. Porque tal vez estamos demasiado acostumbrados a trazar una distinción
excesivamente neta entre la santidad y la mediocridad. A un lado estarían esas
diez docenas de titanes del espíritu que tomaron el evangelio por donde más
quemaba y realizaron una vida incandescente. Al otro estaríamos nosotros, los
que vegetamos en el cristianismo.
Y ésta es una
distinción, además de falsa, terriblemente desalentadora. Pensamos: como yo no
tendré jamás el coraje de ser un Francisco de Asís, vamos a limitarnos a
cumplir y a esperar que Dios nos meta al final en el cielo por la puerta de
servicio. La santidad se nos presenta así como una zarza incombustible,
imposible no sólo para nosotros, sino incluso para cualquiera que viva en
nuestras circunstancias. Además, pensamos para agravar las cosas, los santos
hacen milagros y nosotros ya tenemos bastante con no hacer pecados. La solución
es la siesta.
Pero, si
abrirnos con más atención los ojos, vemos que además de los santos de primera
hay por el mundo algunos santos de segunda y bastantes de tercera. Esa buena
gente que ama a Dios, esas personas que, cuando estarnos con ellas, nos dan el
sentimiento casi físico de la presencia viva de Dios; almas sencillas, pero
entregadas; normales, pero fidelísimas. Auténticas clases medias de la
santidad.
Quien más,
quien menos, todos hemos encontrado en el mundo dos o tres docenas de almas
así. Y hemos sido felices de estar a su lado. Y hemos pensado que, con un poco
más de esfuerzo, hasta nosotros podríamos parecemos un poco a ellas. Y
sentirnos que este tipo de personas sostienen nuestra fe y que, en definitiva,
en su sencillez, son una de las grandes señales de la presencia de Dios en la
Iglesia.
Yo he
conocido a muchos de estos santos de tercera o segunda -empezando por mis
padres- a quienes no canonizaría. Incluso me daría un poco de risa
imaginármelos con un arito en torno a la cabeza y ellos se pondrían muy
colorados si alguien se lo colocara. Pero, sin embargo, me han parecido almas
tan verdaderas, que en ellas he visto siempre reflejado lo que más me gusta de
Dios: su humildad.
Creo que de
esto se habla poco. Y, no obstante, yo creo que tiene razón Moeller cuando
escribe que «el centro del cristianismo es el misterio de esta humildad de
Dios». Es cierto: en el catecismo nos hablaron mucho del Dios todopoderoso y a
veces llegamos a imaginarnos a un Dios soberbio, cuajado de pedrerías, actuando
siempre a través de milagros y hablando con voz tonante. Pero la realidad es
que, cuando Dios se hizo visible, todo fue humilde y sencillo. Se hizo
simplemente un hombre a quien sus enemigos pudieron abofetear sin que sacara
terribles relámpagos del cielo. Un Dios que es humilde en su revelación, hecha
a través de textos también humildes, difíciles de interpretar, expuestos a
tergiversaciones, mucho menos claros de los que escribiría un matemático
perfeccionista. Un Dios humilde en su Iglesia, que no construyó como una elite
de perfectos, sino como una esposa indefensa y mil veces equivocada,
tartamudeante y armada con una modesta honda y unos pocos guijarros frente al
Goliat del mundo. Humilde también en la tierra en que quiso nacer, en esa
Palestina que ni es un prodigio de belleza física ni un paraíso de orden, una
especie de Suiza del espíritu.
«El Señor de
la gloria -escribe también Moeller- no ha querido ni el poder ni la nada, ni el
trueno ni el silencio del abismo, pues el poder tiránico a la sombría nada son
lo contrario del amor. El amor quiere la dulzura humilde y gratuita, no se
defiende, ofrece de antemano su cuello a los verdugos y, sin embargo, es más
poderoso que la muerte y mil torrentes de agua no podrán extinguir el fuego de
la caridad. El amor quiere también la vida, la dulce vida; el amor da la vida y
no la nada.»
Por eso a
este Dios humilde le van muy bien los santos humildes y pequeños, los santos
del aprobadillo. Y es una suerte que nos permite no desanimarnos a quienes
tenemos un amor de hoguera (¡o de cerilla!) y jamás llegaremos a su amor de
volcán.
Incluso el
camino hacia Dios está muy bien hecho. Es como un monte al que hay que subir. Y
tiene dos caminos: uno de cabras, que va en derechura desde la falda a la cima,
escarpado, durísimo, empinadísimo, y un camino carretero, que sube también,
pero en zig-zag, dando vueltas y vueltas en espiral hacia la cumbre.
Los santos,
los verdaderos santos, suben por el de cabras, dejándose la piel en las
esquinas de las rocas. Ellos lo dan todo de una vez, viven hora a hora en la
tensión del amor perfecto.
Pero los
demás temblamos ante ese camino. No porque no tengamos pulmones para ello
-porque los santos no tienen mejor «madera» que nosotros, sino porque somos
cobardes y le damos a Dios trozos de amor, guardándonos en el zurrón buenos
pedazos de amor propio.
Naturalmente,
a quien Dios le dé el coraje del camino de cabras, que San Pedro se lo bendiga
y multiplique. Pero, en definitiva, lo que importa es subir, lo necesario es
amar, aunque sea con un amor tartamudo. Y, entonces, bendito sea el camino
carretero.
Con la
ventaja, además, de que, en cada vuelta del camino, el camino carretero se
cruza un momento con el de cabras: son esos instantes de verdadera santidad que
todos, por fortuna, tenemos. Hay incluso veces en las que -sobre todo en la
juventud- nos atrevemos a hacer algún trecho por la senda de cabras, aunque
luego regrese la flojera y volvamos a tomar el camino en espiral. Bien, lo
importante es seguir subiendo, seguir amando, aunque se haga mal.
Lo que no hay
que olvidar es que, al final de la escalada, cuando ya se está cerca de la
cima, los dos caminos, el carretero y el de cabras, desaparecen. Y entonces ya
sólo queda la roca viva. Por la que sólo se puede subir con guía. 0 llevados en
brazos. Como Dios nos llevará a todos en el último repechón que conduce al
abrazo en la muerte". José Luís Martín Decalzo.
domingo, 11 de noviembre de 2018
El Papa declara «Venerable» a la mística María Antonia de Jesús, fundadora del Carmelo de Compostela.
Su marido y ella profesaron el mismo día tras doce años de matrimonio y dos hijos |
"El papa Francisco ha declarado «Venerable» a María Antonia Pereira y Andrade (1700-1760), mística, madre de familia y fundadora del Carmelo de Santiago de Compostela después de haber recorrido a pie los caminos de España y Portugal siguiendo el ejemplo de Teresa de Jesús, según ha informado la Oficina de Prensa del Vaticano este jueves.
El decreto aprobado por el Santo Padre reconoce que la madre María Antonia de Jesús vivió las virtudes cristianas en grado heroicoy, por lo tanto, es digna de veneración popular en el sentido de conocer sus escritos, imitar sus virtudes y pedir favores de cualquier tipo a esta mujer de vida tan original.
Al cabo de doce años exactos de su matrimonio en Bayona (Pontevedra), tanto María Antonia como su marido Juan Antonio Valverde Domínguez entraban el mismo día 19 de marzo de 1734 en los respectivos carmelos masculino y femenino de Alcalá de Henares, después de haber confiado a buenos tutores a sus hijos Sebastián y Leonor, quienes entrarían a su vez en la Orden Dominicana.
María Antonia, nacida en Cuntis (Pontevedra), criada en Caldas de Reis y casada en Bayona, aprendió milagrosamente a leer y escribir, tenía conversaciones místicas con Jesús -que relató en una autobiografía por orden de su confesor-, recibió los dones de Desposorio y Matrimonio espiritual, y dedicó su vida a servir a los demás de muy diversas maneras, sobre todo como maestra de espiritualidad: primero de un grupo de chicas en Bayona, y después de carmelitas en diversos conventos en los que fue priora.
La fundación del Carmelo de Santiago de Compostela, que había solicitado personalmente al rey Felipe V en Granada, fue impedida terca e injustamente por el obispo al primer intento en 1730, y solo tuvo lugar por fin en 1748, al cabo de muchas pruebas espirituales.
A pesar de que no revelaba sus experiencias místicas más que a su confesor, la fama de santidad de la madre María Antonia de Jesús llevó a la reina doña Bárbara de Braganza a visitarla en el monasterio de Santa Ana de Madrid, y a centenares de personas a ir a conversar con ella en el torno del convento de carmelitas descalzas de Santiago de Compostela hasta su fallecimiento en 1760.
Al año siguiente, la Orden del Carmen inició la recogida de testimonios sobre su santidad de vida hasta incluir nada menos que los de 130 personas en los documentos para su proceso de beatificación.
Sin embargo, el hecho de haber estado casada y otras circunstancias poco comunes retrasaron la apertura de su proceso de beatificación hasta 1993. El reconocimiento de algún milagro que se obtenga por su intercesión a partir de ahora, permitiría elevarla a los altares como modelo de santidad plena y oculta en medio de fortísimas dificultades.
En la misma audiencia concedida al cardenal Ángelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el miércoles 7 de noviembre, el Papa ha declarado también «Venerable» a la religiosa catalana Arcángela Badosa Cuatrecasas (1878-1918), de las Hermanas Carmelitas, que se distinguió por su entrega excepcional al cuidado de los enfermos tuberculosos en Elda (Alicante)".
La viuda de Sarepta
"... El profeta Elías lucha contra los falsos dioses y los cultos cananeos que se prodigaban en territorio de Israel. El marco en que aparece este relato es una sequía que estaba a punto de matar de hambre a los habitantes del pueblo. Lo curioso de todo ello es que aquí, el profeta, anuncia el fin de esa sequía, pero no precisamente en territorio del pueblo elegido, sino en Fenicia, en Sidón, en una aldea llamada Sarepta, donde una viuda a penas puede atender a la petición del profeta, que se vale de este signo para anunciar que Dios hará que no falte el pan y el aceite (porque vendrá la lluvia y habrá trigo y el olivo dará su fruto).
Esta escena, podemos recordarlo, es la que Lc 4,14-30 ha elegido como paradigma para defender la libertad de la gracia de Dios que llega a todos los hombre y a todos los pueblos, en la famosa escena de Nazaret. Elías, pues, en vez de hacer este signo en territorio del pueblo de la Alianza, es a una viuda (en el AT las viudas representas a los pobres y necesitados) a la que le llega esta gracia. El profeta le pide pan que la mujer está a punto de hacer para ella y su hijo, aunque cree que no sobrevivirán. ¿Le pide el profeta un imposible? Todo es un simbolismo del relato, para poner de manifiesto que Dios no abandonará a sus hijos. Con ello, el relato de hoy quiere poner de manifiesto que los pobres siempre son más generosos para compartir que los que gozan de todo".
viernes, 9 de noviembre de 2018
Carta a los papás que siguen llevando a sus alborotados hijos a misa, semana tras semana.
"Queridos padres y madres exhaustos y desanimados:
Así que sus hijos son terribles en misa. Caóticos, desobedientes y alborotadores, semana tras semana. Es como si el gran foco de un circo concentrara su luz sobre ustedes todo el tiempo, ustedes y su paternidad aparentemente de inferior calidad.
Estoy ahí, con ustedes. He empezado a tener miedo de los domingos.
Es decir, lo hemos intentado todo. Ir a la primera misa de la mañana, ir a la misa vespertina, usar libros de misa, explicaciones susurradas, amenazas susurradas, nos hemos sentado delante, nos hemos sentado atrás, hemos ido directamente a la sala de los niños para que lloren…
Y tal vez algunos de los trucos han ayudado, pero la conclusión es que no hay manera de salir de ese edificio sin que algún hijo grite, corra como un loco hacia el altar o Dios sabe qué.
Sin embargo, a pesar de todo, cada semana, yo y mi ruidosa y caótica familia vamos a estar allí (¡al fondo!) meneándonos y distrayendo a todo el mundo, y sometiéndonos al juicio de un gran número de personas, que tal vez no entiendan lo difícil que es enseñar a un niño pequeño a sentarse en silencio durante 45 minutos.
Parece una locura. Aun así, igualmente nos vestimos de domingo y vamos a misa, tal como la Madre Iglesia nos pide.
Quiero que sepan que si ésta también es su historia, está bien. Mejor incluso. Cristo tenía algo muy importante que decir sobre personas como nosotros:
Después, levantado los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir”. (Lucas 21,1-4)
¿No es eso exactamente lo que estamos haciendo? Estamos dando literalmente todo lo que tenemos, obedeciendo la petición de la Iglesia de asistir a la misa dominical (la vergüenza, desafortunadamente, no es una buena razón para quedarse en casa).
Visto desde fuera, parece que hemos hecho lo mínimo. Hemos entrado en el edificio, claro, pero ¿nos estamos concentrando? ¿Estamos teniendo una experiencia espiritual? ¿Acaso escuchamos una palabra del Evangelio, por el amor de Dios?
No lo parece demasiado. Somos los únicos que sabemos lo mucho que realmente estamos dando. Pero Cristo también lo sabe.
Así como las dos monedas pequeñas de la mujer en la caja de la colecta no parecen nada en comparación con la gigantesca bolsa de oro del hombre rico, nuestra contribución parece tan pequeña que una persona podría preguntarse por qué nos molestamos.
¿Por qué venir a misa si vas a pasar todo el tiempo con el protocolo de control de daños con los niños pequeños? Pero Cristo está ahí para recordarnos que no ve lo que ve el resto del mundo.
Con frecuencia, salgo de misa sintiendo que todo fue un fracaso.Ni siquiera pude seguir la ceremonia y me fui tan rápido que olvidé hacer una genuflexión. ¿Qué clase de católica soy?
Si así es como se sienten ustedes también, no lo olviden: tener niños pequeños o niños con necesidades especiales o cualquier situación en la que se encuentren que haga imposible arrodillarse en silencio y escuchar cuidadosamente, es un tipo único de pobreza.
Y nosotros, en nuestra pobreza, realmente damos todo lo que tenemos, simplemente haciéndolo lo mejor que podemos. Aunque lo mejor que podemos hacer sea simplemente estar allí.
Así que no preocupen. No se preocupen demasiado por la imagen de su familia. Aunque nunca sea fácil, sigan haciendo lo que hacen y sepan que, aunque el mundo no lo vea, Dios sí percibe cuán valioso es su sacrificio". Anna O´Neil
9 de noviembre. Fiesta de la dedicación de la basílica de san Juan de Letrán
https://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com/2012/11/basilica-de-san-juan-de-letran.html?spref=fb&fbclid=IwAR0eiAOMG36c0F6J5ogROcYOLiOQMXjNpdS7bTgSf5mL6eW8G97jQTcYAwk
"Su verdadero título es “Catedral del Santísimo Salvador y de los santos Juan Bautista y Juan evangelista” y está considerada la “madre y cabeza de todas las iglesias de la Ciudad (de Roma) y del mundo”: Omnium Urbis et orbis ecclesiarum Mater et Caput, porque es el primer edificio público que la Iglesia construyó al terminar la época de las persecuciones, en un terreno donado al Papa por el emperador Constantino. Es hasta el presente la catedral de Roma, donde el Papa tiene su “cátedra” o su “sede”, aunque desde el s. XIV no reside allí, sino junto a la basílica de san Pedro en el Vaticano. En sus casi 1.700 años de edad ha sido testigo de numerosos acontecimientos trascendentales para la historia de la Iglesia y del mundo, varias veces saqueada por los bárbaros, dañada por terremotos e incendios y reconstruida. Entre sus muros conserva numerosas reliquias y obras de arte de distintas épocas". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
https://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com/2012/11/basilica-de-san-juan-de-letran.html?spref=fb&fbclid=IwAR0eiAOMG36c0F6J5ogROcYOLiOQMXjNpdS7bTgSf5mL6eW8G97jQTcYAwk
jueves, 8 de noviembre de 2018
8 de noviembre. Santa Isabel de la Trinidad.
"La Elevación a la Santísima Trinidad, compuesta en 1904, es el escrito más famoso de santa Isabel de la Trinidad. Primero explico brevemente los cinco bloques que la componen, después recojo el texto para que nos sirva de oración en este día; por último recojo otro texto suyo que nos ayuda a comprender mejor la Elevación.
1. Comienza con una invocación al Dios trinitario, eterno e inmutable, anterior al tiempo y trascendente al tiempo, que nos quiere introducir en su misterio.
2. Continúa hablando con Cristo, Verbo encarnado por amor. Quizás nosotros habríamos empezado dirigiéndonos al Padre, origen de todo; pero ella es fiel a la revelación bíblica y sabe que lo que conocemos de Dios es porque Cristo nos lo ha revelado. Como fiel hija de santa Teresa de Jesús, sabe que todos los bienes nos han venido de la sacratísima humanidad de Cristo, por lo que es al primero que se dirige y al que dedica el párrafo más largo.
3. Viene después el Espíritu Santo, el que hizo posible la encarnación del Verbo en el vientre de María, al que pide que descienda sobre ella para que Jesús pueda prolongar su encarnación en ella, en su carne, en su humanidad, en su historia. Isabel intuye que podemos ser «encarnación» de Dios, prolongación de su presencia en el mundo, colaboradores suyos.
4. Tal como hace la liturgia cristiana, se dirige «por Cristo, en el Espíritu, al Padre», al que pide que la cubra con su sombra (=con su Espíritu), como hizo con la Virgen María en la encarnación, para que el Hijo se haga presente en ella.
5. Concluye como ha iniciado, dirigiéndose al Dios Trinidad, en el que quiere sumergirse, consciente de que Él habita en ella y de que ella habita en Él.
¡Oh Dios mío, Trinidad que adoro! Ayúdame a olvidarme de todo para establecerme en ti, inmóvil y pacífica, como si mi alma ya estuviera en la eternidad. Que nada pueda alterar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi Inmutable, sino que cada minuto me introduzca más y más en la profundidad de tu misterio. Pacifica mi alma; conviértela en tu cielo, en tu residencia amada, y en el lugar de tu descanso. Que no te deje nunca más solo, que esté enteramente en ti, despierta en mi fe, en plena adoración, entregada del todo a tu acción creadora.
¡Oh Cristo amado mío, crucificado por amor! Quisiera ser una esposa para tu corazón; te quisiera cubrir de gloria; te quisiera amar… hasta morir de amor. Pero siento mi impotencia y te pido ser revestida de ti mismo, identificar mi alma con cada movimiento de la tuya, sumergirme en ti, ser invadida por ti, ser sustituida por ti para que mi vida no sea sino una irradiación de tu Vida. Ven a mí como Adorador, como Reparador, como Salvador. ¡Oh Verbo eterno, Palabra de mi Dios! Quiero pasar mi vida escuchándote; quiero que me enseñes para poderlo aprender todo de ti. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas mis impotencias, quiero fijar siempre la mirada en ti y morar en tu inmensa luz. ¡Oh Astro querido mío! Fascíname para que yo ya no pueda salir de tu esplendor.
¡Oh Fuego abrasador, Espíritu de amor! Desciende sobre mí para que en mi alma se realice como una encarnación del Verbo. Que yo sea para Él una humanidad suplementaria en la que renueve todo su misterio.
Y tú, oh Padre, inclínate sobre esta pobre criatura tuya, cúbrela con tu sombra, no veas en ella sino a tu Hijo predilecto en quien tienes tus complacencias.
¡Oh mis Tres mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad en que me pierdo! Me entrego a ti como víctima. Sumérgete en mí para que yo me pueda sumergir en ti hasta que vaya a contemplar en tu luz el abismo de tus grandezas.
Encontramos una confirmación y una exégesis de su oración en una carta escrita pocos días después, en la que vuelve a manifestar su deseo de ser «una humanidad suplementaria» en la que se prolongue el misterio de la encarnación del Verbo, de su presencia amorosa en el mundo, en medio de los hombres:
Dice san Agustín que “el amor, olvidándose de su propia dignidad, está sediento de ensalzar y engrandecer a la persona amada. Solo tiene una medida: no tener medida”. Yo pido al Señor que le colme a usted con esa medida sin medida, es decir, “conforme a la riqueza de su gloria”, y que el peso de su amor le arrastre hasta aquella feliz pérdida de la que habla el Apóstol cuando exclamaba: “Vivo yo, pero no soy yo: es Cristo quien vive en mí”. Este es el sueño de mi alma de Carmelita, y creo que este es también el de su alma de sacerdote. Y, sobre todo, ese es el sueño de Cristo, y a Él le pido que lo haga plena realidad en nuestras almas. Seamos para Él, en cierto modo, una humanidad suplementaria en la que Él pueda renovar todo su misterio. Yo le he pedido que se instale en mí como Adorador, como Reparador y como Salvador. Y no acierto a decirle qué paz produce en mi alma pensar que Él suple mi impotencia y que, si caigo a cada momento que pasa, Él está allí para levantarme y para introducirme más en Él, en lo hondo de esa esencia divina en la que habitamos ya por la gracia y donde quisiera sepultarme a tal profundidad que nada pudiese hacerme ya salir. Ahí mi alma se encuentra con la suya y, al unísono con ella, hago silencio para adorar a este Dios que nos ha amado de manera tan divina. […] Seamos almas sacrificadas, es decir veraces en nuestro amor: “¡Me amó hasta entregarse por mí!” (Cta. 214)". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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