miércoles, 20 de febrero de 2019

Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase.

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"Vino luego a Betsaida. Y le trajeron un ciego pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?”. Levantando los ojos dijo:” Veo hombres, me parecen árboles, pero andan” Le impuso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea. Mc 8,22-26

Betsaida ¿lugar geográfico o simbólico?

Betsaida fue el lugar de nacimiento de Andrés, Pedro, Santiago, Felipe...
Betsaida  es uno de los lugares a los que Jesús recrimina su incredulidad, la incredulidad de sus habitantes Mt11,21 ¡Ay de ti Betsaida!...
Betsaida se menciona yendo de camino Mc6.45,52… les mandó a sus discípulos que subieran a la barca… en dirección a Betsaida… El fue hacia ellos andando sobre el mar… No le reconocieron…
Sin duda Betsaida es un lugar geográfico, aunque en su  localización exacta hay alguna divergencia, pero al introducir Marcos aquí esta curación del ciego, algunos teólogos sostienen que Betsaida es sinónimo de incredulidad.
Incredulidad de los discípulos de Jesús puesta de manifiesto a lo largo de los relatos evangélicos. Lc 61-15. En muchas ocasiones Jesús habló a los discípulos y estos manifestaron su incredulidad. Ésto pudiera justificar que Marcos introdujera aquí este texto, según la interpretación de algunos exégetas.
Hay dificultades para creer en la persona y en el mensaje de Jesús en las comunidades cristianas a las que Marcos se dirigía, ceguera humana a la que Jesús quiere curar, nuestra propia ceguera a pesar de tanta Gracia.

Y le trajeron a un ciego pidiéndole a Jesús que le tocase

Me invita este comienzo del relato a pensar en la importancia de “le trajeron” o le llevaron a Jesús, de ese alguien que acercó al ciego a Jesús. El encuentro con el otro que necesita ayuda, que necesita de mí, la importancia “del otro” que es capaz de descubrir la necesidad y de acompañar hasta donde está la fuente de su curación.
Y una primera reflexión para compartir: ¿me siento identificado con el que le lleva a Jesús, mi encuentro con las personas me lleva a descubrir necesidades, ayudar, acompañar…?
Y siguiendo el texto “le sacó de la aldea, le llevó de la mano…” ¿por qué le sacó de la aldea y cómo lo hizo?
Me sitúo ante Jesús como el ciego que no articula palabra pero que deja a Jesús que descubra su ceguera, le saque de su espacio cómodo, de la zona de confort, de sus seguridades, de sus razonamientos lógicos, razonables.
Dejarse conducir por El hasta una zona tranquila, luminosa, dejarse tocar por Jesús, acompañar por El, conducir por El sin prisa, sin querer ver todo claro desde el principio, asumiendo un proceso de curación, de clarificación, pero confiando siempre en la mano amiga que le condujo hasta allí y en la seguridad que El quiere siempre curar nuestras cegueras.
Es el milagro que Jesús ha de realizar en la comunidad de los cristianos para hacerla capaz de reconocer su presencia en los signos eucarísticos, en sus palabras y en la entrega de su vida en la cruz.

Jesús le mandó a casa diciendo que no entrase en la aldea

Una vez que hemos dejado nuestras certezas, falsas seguridades, comodidades, una vez que nos hemos dejado tocar por Jesús, con qué facilidad volvemos a Betsaida, al lugar de nuestras cegueras, y ¡qué fuerza tiene la recomendación de Jesús de no entrar en la aldea! de no volver a instalarnos en nuestras rutinas, de nuestra falta de motivación o radicalidad en el camino de fe.
No vuelvas a la aldea, dice al ciego recién curado, vete a casa, a ese espacio interior donde se produce el milagro del encuentro con el Maestro que ofrece Luz que ilumina nuestras tinieblas que nos ofrece otra visión del mundo y de las personas, mientras le pedimos con la canción: “Danos Señor tu mirada, que pueda yo ver desde allí”
Otra reflexión sobre el texto tiene que ver con la manera de ayudar a otros “ciegos” que encontremos en nuestro camino y que Jesús nos muestra en este relato.
Acogida, proximidad y cariño “le llevó de la mano”. No se trata sólo de ayudar sino de cuidar los gestos, las actitudes. Y volver a empezar cuando en la acción que emprendemos nos encontramos los resultados esperados. “Le puso otra vez las manos en los ojos”". Hna. Mariví Sánchez Urrutia

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