lunes, 31 de diciembre de 2018

Gracias, Señor, por el año que termina.

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"Al terminar el año es bueno dejarlo todo en la presencia de Dios, decirle que queremos que todo lo bueno que hemos vivido sea para su gloria, y pedirle al Espíritu Santo que purifique todo lo que no ha sido santo, bello y bueno.

En un año el Espíritu Santo ha hecho muchas cosas en nuestra vida, ha trabajado secretamente en nuestro interior y nos ha enseñado secretos de sabiduría. De nuestras angustias, fracasos, errores y sufrimientos, también ha sacado cosas buenas, aunque nosotros no alcancemos a descubrirlas.

Demos gracias al dulce huésped del alma, por su presencia discreta y constante, por su tierna paciencia con nosotros, y sobre todo por su infinito amor, que puede darle sentido a todo lo que hemos vivido.


Y para poder comenzar mañana un año mejor, invoquémoslo con toda el alma: "¡Ven Espíritu Santo!"". Los Cinco Minutos del Espíritu Santo.

ORACIÓN P.PÉPE, 31/12/18.


domingo, 30 de diciembre de 2018

Homilía P. Pépe, 30-12-18. Lc 2, 41-52. Fiesta de la Sagrada Familia.


30 de diciembre. Fiesta de la Sagrada Familia.



"En medio de estas celebraciones de Navidad, donde los buenos sentimientos, los reencuentros, los deseos de paz y armonía parece que nos llenan el corazón más que en ningún otro momento del año, nos encontramos a la familia de Nazaret. Y tenemos la oportunidad de recordar, al contemplarla, que nuestras familias son un espacio privilegiado de amor y de cuidado, nidos de sabiduría, donde siendo niños aprendimos las cosas realmente importantes, donde nos cuidaron con amor y donde nosotros tenemos el privilegio de poder cuidar a nuestros seres queridos.
En todas las lecturas de hoy se hace presente el amor como causa y sustento de las relaciones familiares, el respeto, el cuidado, la paciencia, el agradecimiento y la confianza, no son más que caras de ese gran poliedro que es el amor. Y ese amor nos ilumina, incluso ante el desconcierto o el desacuerdo, y nos muestra cómo debemos relacionarnos entre nosotros con respeto y libertad.
Y Dios, en medio de todo, pidiendo su espacio, llamándonos  para mostrarnos que, cuando somos capaces de dedicarle tiempo, nuestros horizontes se expanden, y aunque, como Jesús volvamos a casa, a nuestras tareas ordinarias, nunca volvemos de la misma manera, si realmente abrimos nuestros ojos y nuestros oídos a su Palabra". Julio Moreno y Mario Botica.


































viernes, 28 de diciembre de 2018

28 de diciembre, los santos inocentes.

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"... Entro en la escena: José y María huyendo con su hijo en brazos. Intento descubrir sus sentimientos de desconcierto, desasosiego, miedo. Son los que cumplen con una voluntad de Dios difícil de entender. La violencia de Herodes, trae a mi oración algunas realidades del mundo. Familias que huyen de sus tierras, por la guerra, el hambre o las persecuciones políticas. Pueblos enteros en campos de refugiados, personas migrantes malviviendo en un país extranjero. Pido por ellos. Contemplo de nuevo… en ese niño frágil está la esperanza de un mundo nuevo,  distinto. Acojo en mi corazón este misterio de Dios que quiere transformar este mundo desde lo más frágil y pequeño. Nada más nacer y ya huyendo; su techo es el cielo, la tierra es el lecho que guarda los sueños de un hombre sencillo, de una mujer buena, de un recién nacido. A lo lejos, violencia en las calles, nacida del miedo. Dolor en las vidas de tanto inocente. Víctimas sin culpa, llantos sin consuelo. El juego constante de los poderosos, cobrándose en los más pequeños. Volverás de Egipto, rasgarás el muro que divide al hombre, que provoca duelos. Le darás la vuelta a tanto desierto, donde nada crece. Brotarán de nuevo esperanzas altas, amores perpetuos, caricias humanas, anhelos profundos desde la entraña donde mana lo eterno. Ahora duerme niño, que de tu suspiro cuelga el universo. Pongo atención en los sentimientos que ha despertado este tiempo de oración. Los coloco ante el niño Dios y le hablo de ellos. Escucho como me habla a mí y al mundo…". EGM

jueves, 27 de diciembre de 2018

27 de diciembre, san Juan Evangelista.

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"San Juan se encuentra en una relación peculiar con cada uno de los diversos aspectos del Misterio de Cristo. Al Apóstol «que durante la Cena reclinó su cabeza en el pecho del Señor», que recibió a María por Madre al pie de la Cruz y fue el primero de los discípulos en creer en la resurrección, se le puede considerar como el teólogo del Misterio pascual, por lo que con toda justicia leemos su Evangelio durante el tiempo de Pascua. 

Pero San Juan es, asimismo, el heraldo del Misterio de la Encarnación, el hombre que, bajo la inspiración del Espíritu, escribió: «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros». Resulta oportuno celebrar su fiesta dentro de la octava de Navidad y comenzar hoy la lectura de la Carta en que nos relata «lo que ha contemplado con sus propios ojos».  

Juan gozó de la intimidad de Cristo, a quien encontrara en la ribera del Jordán, fue junto con Pedro y Santiago testigo de su transfiguración y compañero de su agonía, así como el único de entre los Apóstoles que vio morir al Maestro y lo depositó en su sepulcro. Conservó de todo ello unos recuerdos que habían de iluminar su larga vida. Así descubrió con admiración que «Dios es amor» y que el mandamiento del Señor consiste en el amor". Pedro Donoso.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

26 de diciembre, san Esteban, protomártir.

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"“Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas” (1P 2,21). ¿Cuál es el ejemplo del Señor que hemos de seguir? ¿El de resucitar a los muertos? ¿El de caminar sobre las aguas? De ninguna manera, el ejemplo a seguir es el de ser suaves y humildes de corazón (Mt 11,29) y el de amar no solamente a los amigos sino incluso a los enemigos (Mt 5,44).
“Para que sigáis sus huellas”, escribe san Pedro. El bienaventurado evangelista Juan dice también: “Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él” (1Jn 2,6) ¿Cómo lo ha hecho Cristo? En la cruz oró por sus enemigos diciendo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). En efecto, han perdido el sentido y están poseídos de un mal espíritu, y es entonces que nos persiguen, y ellos mismos sufren, de parte del diablo, una persecución aún mayor. Por eso nosotros hemos de orar por su liberación y no por su condenación.
Es lo que ha hecho el bienaventurado Esteban, él que fue el primero en seguir tan gloriosamente las huellas de Cristo. Porque, cuando fue apedreado, oró, en pié por él mismo; pero cuando oró por sus enemigos se puso de rodillas y gritó con todas sus fuerzas: “Señor Jesús, no les tengas en cuenta este pecado” (Hch 7,60). Así pues, si pensamos que no podemos imitar a nuestro Señor, al  menos imitemos al que fue su servidor como nosotros". EDD

Homilías P. Pépe, 24/12/18. Noche Buena y 25/12/18. Jn 1,1-18. Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. 









martes, 25 de diciembre de 2018

25 de diciembre, solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

"Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros..."


"Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,

abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,

entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,

festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,

que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:

el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía".

San Juan de la Cruz.

domingo, 23 de diciembre de 2018

sábado, 22 de diciembre de 2018


«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

miércoles, 19 de diciembre de 2018

19 de diciembre, Nuestra Señora de la Esperanza.



"¡Y qué cortos y qué largos
se hicieron los nueve meses! 
Cortos para mi cabeza, 
para el corazón, muy breves.

Estaba dentro de mí 
y aunque a Él no le sentía, 
sentía cómo mi sangre 
al rozarle sonreía.

Nadie notó en Nazaret 
lo que estaba sucediendo: 
que teníamos dos cielos, 
uno arriba, otro creciendo.

¿Dios está en el cielo? 
¿El cielo está en Dios? 
y yo por los montes 
llevando a los dos.

Si estaba hecho de carne 
¿era carne de cristal?... 
y yo pisaba con miedo, 
no se me fuera a quebrar.

Cuando yo respiraba, respiraba Él; 
cuando yo bebía, 
bebía también el autor del aire, 
del agua y la sed.

¿Y cómo podría ser 
Dios tan sencillo 
si dentro de mí pesaba 
poco más que un cantarillo?

Yo acariciaba mi seno 
para tocarle, 
porque Él estaba allí 
al tiempo que en todas partes.

¡Qué envidia me tuvo el cielo 
durante los nueve meses! 
Él albergó al Dios eterno. 
Yo tenía al Dios creciente.

¡Qué fácil le fue todo 
al buen Gabriel! 
Vino, dio su mensaje 
y se fue. 

Se fue sin aclararme 
nada de nada, 
y dejó mil preguntas 
en mis entrañas. 

¿Y quién me las responde 
si miro al cielo? 
¿Este Dios sordomudo 
que llevo dentro?

¡Qué fácil le fue todo 
al buen Gabriel! 
Dijo que es Dios y es hombre, 
dijo que es hijo y rey... 
«y en lo demás, Señora, 
use la fe».

Las jugarretas de Dios 
no hay nadie que las iguale:
Él es mi padre y mi hijo, 
yo soy su hija y su madre.

Todos en la sinagoga 
clamaban por el Mesías 
y a mí me crecía dentro
y solo yo lo sabía.

Si yo no hubiera podido 
engendrar sin ser mujer, 
¿por qué los hombres desprecian 
lo más que se puede ser?

Los niños de Nazaret 
corren y saltan conmigo: 
son como abejas que buscan 
miel en el rosal florido.

Cuando yo me alimento, 
Dios de mi vida, 
¿sostengo yo tu sangre 
o Tú la mía?

Cuando miro en la fuente 
el agua clara, 
pienso que son tus ojos 
que se adelantan.

No sé qué dijo el Ángel 
de un dolor y una cruz. 
Sé que en la noche sangro 
temiendo que seas Tú.

Si yo he sido pobre, 
Tú lo serás más. 
Porque Dios es pobre 
si es Dios de verdad.

Las mujeres con envidia 
contemplan mi gravidez 
y no saben que soy madre 
más que de carne, de fe.

Cada noche miro al cielo 
y recuento las estrellas. 
Falta una y yo lo sé. 
¡Pero qué ganas de verla!

José me mira y me dice: 
¿Cómo estás? ¿Cómo está Él? 
Le respondo: Yo esperando 
y Él ardiendo a todo arder.

Antes de que Tú vinieras, 
yo vivía en oración. 
Ahora ya ¿para qué, 
si somos uno los dos?

Cuando llevo hasta mi boca 
el tierno pan recién hecho, 
me parece que comulgo 
la carne que llevo dentro.

Esclava soy, 
esclava fui, 
pero mis cadenas 
yo no las rompí: 
me las dieron rotas 
cuando nací.

Cuando escucho cómo saltas 
de gozo dentro de mí, 
pienso: ¿En un mundo tan triste 
le dejarán ser feliz?

¿Y Tú, pequeño mío, 
cómo vas a poder 
liberar a este mundo 
que esclavo quiere ser?

Temo que no será fácil, 
mi amor, 
que no será fácil ser 
salvador.

Con mi «sí» se abrió Dios mismo, 
y con su «sí», mis entrañas, 
y con un «sí» de los dos 
se abrió el reino de las almas.

Lo creo y no me lo creo, 
no me lo puedo creer, 
pues sé que Él es más que hombre 
siendo yo sólo mujer.

Si dicen que fe es no ver 
las cosas con la mirada, 
yo sé que no he visto a nadie 
cuando Él llegó a mis entrañas".

José Luís Martín Descalzo

lunes, 17 de diciembre de 2018

viernes, 14 de diciembre de 2018

San Juan de la Cruz. P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.






14 de diciembre, san Juan de la Cruz.

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"El 14 de diciembre la Iglesia celebra la fiesta de S. Juan de la Cruz, místico y poeta. Es uno de los españoles más universales. Sus obras están traducidas a más de 50 idiomas y es leído por cristianos, musulmanes, budistas, hindúes... Acerquémonos brevemente a su persona.


Juan de Yepes nació en Fontiveros (Ávila) en 1542 y murió en Úbeda (Jaén) en 1591. Conoció la miseria desde su infancia. Fue testigo de la muerte de su padre y de su hermano a causa del hambre. Tuvo que emigrar, mendigar y servir en un hospital de enfermos contagiosos desde niño. Incluso trabajó como aprendiz en distintos talleres artesanos. 

Su negación de todo lo accesorio, su amor a lo esencial, al trabajo manual, a los oficios humildes, su caridad con los enfermos y otras características suyas, encuentran aquí un buen fundamento. 

Cuando asuma cargos de responsabilidad en el Carmelo Descalzo, lo encontraremos cuidando personalmente de los enfermos, diseñando las plantas de los conventos, levantando tabiques, pintando muros, cultivando la huerta y realizando todo tipo de trabajos manuales. Algo impensable en una época en la que estas ocupaciones se consideraban incompatibles con las actividades intelectuales o de gobierno, por deshonrosas.

Paradójicamente, su condición de pobre de solemnidad le abrió la posibilidad de recibir una inicial formación intelectual en el colegio de los «doctrinos» para niños pobres de Medina del Campo. Allí «aprendió muy deprisa a leer y escribir bien». 

Esto le capacitó para asistir a las clases de humanidades que impartían los Jesuitas en el Colegio que acababan de abrir en la ciudad. Allí se introdujo en el mundo de los autores clásicos y de la literatura italiana, de la poesía culta y de la popular.

El administrador del Hospital de la Concepción le propone convertirle en Capellán de la institución. Los Jesuitas intentan reclutarle en sus filas. Pero él decide hacerse Carmelita con el nombre de Juan de Santo Matía. Contaba 23 años. 

En el noviciado recibe una intensa formación espiritual. Una lectura obligada era el Libro de la Institución de los primeros Monjes. En él se propone «el fin de nuestra vida religiosa eremítica», que es «ofrecer a Dios un corazón santo y puro... y experimentar en el alma la virtud de la presencia divina y de la dulzura de la gloria soberana».

En 1564 es enviado a la Universidad de Salamanca, que se encuentra en su momento más esplendoroso. Allí enseñan los más famosos profesores del momento: Francisco de Vitoria, Fray Luis de León, Melchor Cano, etc. 

Se demuestra un alumno muy aventajado y es nombrado prefecto de estudiantes, con la obligación de preparar disputas (discusiones públicas sobre un tema que se debía defender con argumentos sólidos frente a las objeciones de un contrincante). 

En estos años va a sufrir una crisis vocacional por la que han atravesado muchos hermanos de su Orden a lo largo de los siglos. Han sido preparados en el noviciado para llevar una vida de oración y retiro, deben leer y escuchar en sus comunidades textos que les recuerdan los orígenes ermitaños del Carmelo... Y sin embargo, el Carmelo es de hecho una Orden mendicante, comprometida en el apostolado urbano. El mismo Fray Juan se encuentra ocupado en múltiples actividades, todas ellas buenas, pero distintas de su original vocación contemplativa. Después de pensarlo detenidamente, decide irse a la Cartuja.

Por entonces se cruza en su vida Teresa de Jesús, que tiene ya 52 años y se había trasladado a Medina del Campo para realizar su segunda fundación de Carmelitas Descalzas. El Santo cuenta sólo con 25 años, y se ha desplazado desde Salamanca para cantar su primera Misa. En el locutorio, le comentó a la Madre Fundadora su deseo de irse a la Cartuja, buscando una entrega más generosa al Señor. Ella le contestó: «¿Para qué quiere ir a buscar fuera lo que puede encontrar en su propia Orden?». Y le invitó a unirse a su aventura fundacional. A él le pareció bien, «con tal de que se hiciera presto». Cambió su nombre por el de Fray Juan de la Cruz y se convirtió en el primero de los frailes descalzos y en una de las personas con las que más intimó Santa Teresa.

En el Carmelo descalzo encontró respuesta a sus ansias contemplativas y pudo conjugar la oración constante, el trabajo manual en soledad, la vida fraterna en sencillez y la intensa actividad apostólica: Predicación de la Palabra de Dios, formación de religiosos y religiosas, dirección espiritual de clérigos y laicos, así como un fecundo magisterio escrito. 

Recorrió todos los caminos de España y Portugal ejercitando su ministerio, llevando la contemplación a la vida y la vida a la contemplación.

Fue incomprendido, perseguido, encarcelado y maltratado. Sin embargo, no encontramos en sus obras rastro de amargura ni de resentimiento. Supo unirse íntimamente a Cristo y en él encontró todo lo que podía desear. Más de 400 años después de su muerte, sigue siendo un faro que ilumina nuestro caminar. 

S. Juan de la Cruz no es un escritor vocacionado. Desarrolla oralmente su magisterio, tiene grandes capacidades de empatía hacia sus oyentes, a los que escucha, conforta, aconseja de manera personal. Los primeros escritos suyos que conservamos son 31 estrofas del Cántico espiritual, los Romances y la Fonte, compuestos en la cárcel, en 1578, cuando ya tiene 35 años. 

A sus amigos y dirigidos suele entregarles papelitos con una frase o un dibujo que resume lo que han hablado (esto dará lugar a los Dichos de Luz y Amor). Cuantos escuchan la explicación de sus poemas le piden que lo ponga por escrito, lo que realiza entre 1582-1586, en los ratos que le dejan libre sus múltiples ocupaciones: viajes, gobierno de las casas, atención a los enfermos, formación y dirección de las Descalzas, mantenimiento de los huertos y conventos... 

Hoy conservamos la Subida al Monte Carmelo, la Noche oscura del alma, el Cántico espiritual (en dos versiones), la Llama de amor viva(en dos versiones), los Dichos de luz y amor, unas pocas poesías y algunas cartas y obras menores.

Una advertencia: escribe para enseñar, no para entretener. Él es consciente de que algunas páginas suyas son difíciles y lo advierte en varias ocasiones. Además, no se detiene en los primeros pasos de la vida espiritual (tratados por muchos otros autores), sino que quiere ayudar a quienes ya han realizado un camino importante y se encuentran con dificultades en el seguimiento de Cristo. 

Propongo la lectura de un párrafo de sus escritos: «No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu amado Hijo Jesucristo, en quien me diste todo lo que quiero. Por eso me gozaré de que no te tardarás si yo me espero. Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios es mía y todas las cosas son mías, y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues, ¿Qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto y todo es para ti. No te pongas en menos ni te conformes con las migajas que caen de la mesa de tu Padre. Sal fuera y gloríate de tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón». (Dichos de Luz y Amor, 26)". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.


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