martes, 28 de mayo de 2019

Orígenes de la Iglesia (6): San Pedro y san Pablo en Roma.




"Aunque no son los fundadores de la comunidad de Roma, ambos murieron allí en el año 64, durante la persecución de Nerón. Tenemos abundantes testimonios al respecto, incluidas referencias de historiadores de la época, como Tácito. 

San Clemente romano, en su carta a la comunidad de Corinto (escrito a finales del s. I, mientras aún se están redactando algunos textos del Nuevo Testamento) exhorta a imitar los ejemplos de los apóstoles Pedro y Pablo: “Miremos a los buenos apóstoles: a Pedro que, por causa de un rigor injusto, hubo de soportar, no una ni dos, sino muchas penas, y después de dar así su testimonio (martirio), pasó a la gloria que le correspondía... A estos dos varones, que llevaron una vida santa, les fue agregada una muchedumbre de elegidos, que por la insidia padecieron toda clase de tormentos y pruebas y llegaron a ser entre nosotros un ejemplo glorioso”.

Poco después, Ignacio, obispo de Antioquía, escribe a los romanos: “Yo no os mando como Pedro y Pablo”, pero os suplico que me permitáis morir por Cristo. 

El historiador Eusebio de Cesarea informa que hacia el año 200 Gayo afirmaba, en polémica con los montanistas (herejes a los que acusaba de ser una Iglesia nueva, con doctrinas inventadas por ellos mismos, a diferencia de la romana, fundada sobre la doctrina de los apóstoles): “Yo os puedo mostrar los trofeos (túmulos funerarios) de los apóstoles Pedro y Pablo, pues si quieres acercarte al Vaticano o a la vía Ostiense, encontrarás allí los trofeos de quienes fundaron esta Comunidad”. 

Las excavaciones realizadas en el subsuelo de la basílica vaticana han permitido encontrar el “trofeo” de que hablaba Gayo y debajo del altar mayor de san Pablo extramuros, su sarcófago. Pueden conocer ambos lugares haciendo un click sobre los títulos de las siguientes entradas:

Pueden profundizar en estos argumentos haciendo un click sobre el título de las siguientes entradas:

Martirio de Pedro. Basílica Vaticana. Tuve ocasión de dar público testimonio de mi fe en Jesucristo durante la persecución del emperador Nerón contra los cristianos. Fui crucificado boca abajo en el circo de Nerón, en la colina vaticana. Mis restos mortales fueron sepultados muy cerca, en un lugar que pronto se convirtió en meta de peregrinaciones y sobre el que hoy se levanta una de las basílicas más bellas e importantes de toda la cristiandad.
Martirio de Pablo. Basílica de la Vía Ostiense. El año 67, durante la terrible persecución del emperador Nerón contra los cristianos, me cortaron la cabeza en las afueras de Roma, junto a la “vía ostiense”. Hoy se puede visitar mi sepulcro dentro de una hermosa basílica.








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