"Hoy, séptimo domingo de Pascua, celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Queda lejos lo que decíamos en nuestra infancia, cuando a los cuarenta días de la Pascua se tenía una jornada civilmente festiva: "Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión". Donde el jueves pasado no fue feriado, la Ascensión se celebra hoy.
Concédenos, Padre santo, exultar de gozo y darte gracias porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
"La Ascensión de Cristo es nuestra propia elevación y al lugar al que precedió la gloria de la cabeza es llamada también la esperanza del cuerpo. Dejemos, pues, queridos, que estalle nuestra alegría cuando él se sienta, y regocijémonos con piadosa acción de gracias. Hoy, en efecto, no solo se nos confirma en la posesión del paraíso, sino que hasta hemos penetrado con Cristo en las alturas de los cielos; hemos recibido más por la gracia inefable de Cristo, que lo que perdiéramos por el odio del diablo" (San Gregorio Magno).
"En la Ascensión se manifiesta el grado de perfección a que Cristo llevará a los hombres y al mundo. Lo que ocurrió con Cristo es prefiguración y anticipación de lo que sucederá a toda la creación. Todos los hombres acabados y perfectos participarán del dominio regio de Cristo. Y también la materia está destinada a tener parte en la gloria del Resucitado. Su cuerpo es el modelo de la futura existencia del mundo" (Michael Schmaus)". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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