Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús
Con la celebración de hoy, la Iglesia quiere afirmar la autenticidad de la encarnación del Verbo de Dios, su verdadera inserción en la historia humana. Y para ello es necesario afirmar también la plena humanidad de María, a la que, en ocasiones, tendemos a considerar un ser tan angelical y celestial, que se encuentra fuera de nuestra humana creación. Los abuelos de Jesús existieron, tuvieron rostro y nombre, y en su hija María contemplaron ya la aurora de la salvación. El Dios que se revela como un Dios familia, un Dios Padre que se hace visible en el Hijo, quiere transmitirnos ese espíritu de familiaridad (el Espíritu del amor, el Espíritu Santo), para vivir en familiaridad con nosotros.
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