"Pedro había oído hablar de Jesús, pero conoció al Maestro a orillas del mar de Galilea, en un momento profundamente conmovedor, cuando Jesús tuvo la delicadeza de sentarse en su barca y luego concederle la gracia de recoger una abundante pesca, después de que su pericia y su trabajo de una noche entera le decían que había que lavar las redes e intentarlo otro día. Ese día cayó de rodillas ante el Señor y le pidió perdón por su incredulidad llorando amargamente ante sus pies".
"Pablo había oído hablar de él, pero conoció al Maestro camino de Damasco, cuando perseguía a muerte a los seguidores de Jesús, a quienes consideraba una secta peligrosa del judaísmo que atentaba contra su propia religión. El Señor que había sido asesinado con el consentimiento de sus propias autoridades, se le apareció envuelto en una luz y le dijo "Yo soy Jesús a quien tú persigues", como si persiguiendo a la Iglesia lo perseguía a Él. Pablo cayó a sus pies y quedó en un "shock" emocional por varios días. (Hechos 9,1-12)".
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