domingo, 17 de junio de 2018


"Ser padre"... puede sonar tan común como natural.
Aprendemos desde muy niños a decir entre balbuceos esa palabrita que conlleva consigo un profundo contenido: padre, papá, papi... 
Cuando nos damos cuenta de su origen apenas vamos entendiendo de a poco, aquello que encierra en tan pocas letras: ¡padre! 

Ser Padre es tan solo una minúscula fracción de lo que nuestro Padre Amado, en el sentido divino de su significado, regala a manera de don a cada hombre que forma parte de un proceso natural que conduce a la vida y va mucho más allá. 
Ser padre significa conducir con amor, desde el amor y para el amor, que es Dios mismo. Ser padre es también cultivar, regar, producir con la dignidad del Padre creador, para que la vida se transforme más allá de la naturaleza humana, es llevar de la mano con sabiduría, con responsabilidad, con inteligencia, con dulzura y con determinación cristiana, a que esa persona humana que crece de su mano pueda alcanzar la plenitud del amor de Dios en su vida y en sus acciones para así honrar al Padre de lo alto, con un hijo que lo ame para Su gloria y para Su honra. 

Hoy te pedimos, Padre amado, que, con tu gentil y amorosa misericordia, guíes cada hombre que tiene en sus manos la hermosa tarea de acompañar y de educar a sus hijos, para que se conviertan en hombres fuertes en tu amor, que es inagotable. Que tu naturaleza paternal divina los conduzca siempre por el camino de la sabiduría y el amor. 

Que san José bendiga a todos los padres y les anime cada día a cumplir la misión que Dios les encargó en esta tierra, para que, desde ella misma, puedan ganarse el Cielo.

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