sábado, 2 de junio de 2018


























Porque al aceptar ella tu Palabra
en su corazón inmaculado,
mereció concebirlo en su seno virginal
y, al dar a luz a Cristo,
preparó el nacimiento de la Iglesia.
Porque ella, al aceptar junto a la cruz
el encargo de tu amor,
recibió como hijos a todos los hombres,
redimidos por la Sangre de Cristo.
Porque ella, al unirse a las oraciones
de los Apóstoles y de los discípulos,
que esperaban la venida del Espíritu Santo prometido,
se convirtió en el modelo de la Iglesia suplicante.
Y, desde su asunción gloriosa al cielo,
sigue mostrando su amor a la Iglesia peregrina,
y protege sus pasos hacia la patria del cielo,
hasta que venga el Señor, lleno de gloria.

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