miércoles, 31 de octubre de 2018

La fiesta de haloween


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"La palabra "Halloween" usada por primera vez en el siglo XVI, es una variación escocesa de la expresión inglesa "All Hallows' Even" :  «VÍSPERA DE TODOS LOS SANTOS”. Tiene su origen en una festividad de los antiguos celtas al final del verano. Ellos usaban máscaras para espantar los espíritus y prácticas de adivinación. Los romanos asumieron esta fiesta uniéndola con la de las cosechas.


Los Papas Gregorio III  y Gregorio IV en la Edad Media decidieron contraponerle una festividad cristiana, Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre. En 1840 llega a Estados Unidos, con los inmigrantes irlandeses y se le suman las calabazas talladas con velas adentro. En la actualidad, los niños disfrazados piden caramelos en las puertas de las casas y si no reciben lo que piden ofrecen cometer travesuras.

Algunos católicos y otros grupos cristianos fanáticos y dicen que esta fiesta es diabólica y no debe celebrarse. 


●Dicen que tiene un origen “pagano” (ajeno a la fe), pero muchas festividades cristianas lo tienen. El 24 de Diciembre los romanos adoraban al DIOS SOL, (inicio del solsticio de invierno). la Iglesia Católica “bautizó” esa fiesta y la convirtió en la fecha del nacimiento de Cristo, el SOL QUE NACE DE LO ALTO, Lucas 1,78-79 ¿Se puede afirmar que quienes se disfrazan en Halloween rinden culto al mal?  NO.



●Dicen que ciertos disfraces de diablos, brujos y vampiros relacionados con el mal  usados en la televisión son contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores del Evangelio. Entonces habría que eliminar en México la fiesta de la calavera o los diablos danzantes de Yare en Venezuela. Sin embargo la Iglesia Católica le dio a esta fiesta “pagana”  un sentido de derrota del mal por el Corpus Christi.

Yo conocí monstros buenos e inocentes en el cine y la televisión: El monstruo Milton, Gasparín, la famila Munster con unos valores familiares y morales altísimos. Hechizada era más buena gente que su vecina evangélica y chismosa. Hay muchos valores en el Jorobado de Notredame y en la Bella y la Bestia. Ver a Harry Potter o a Hello Kitty como algo diabólico es cosa de gente paranoica.


●Dicen que la fiesta alimenta travesuras insanas. Los niños son traviesos por naturaleza y si la vecindad convienen que se trata de algo cultural y de bromas inocentes, este argumento no tiene peso.



● El argumento anti imperialista supone que es un irrespeto a nuestra cultura. Si todo lo que es yanqui  es malo, que nadie pase vacaciones en USA, que nadie compre con dólares, que nadie se ponga "jeanes", que nadie tome Cocacola o Pepsicola, que nadie coma “hot dog” o Mac Donald o Burger King. 



CONCLUSIÓN: 
Tal y como se celebra en la actualidad, como fiesta de disfraces,  no existe ninguna transgresión de los 10 mandamientos, ni de principios morales o cristianos. Por esta razón no existe ningún documento oficial católico en contra, ni mucho menos del Vaticano, solamente voces aisladas. Hay otras cosas realmente graves, que los fanáticos religiosos no nos desvíen la atención". P. Chulalo.


Teología del culto a los Santos



"La Iglesia, al canonizar a algunos de sus miembrosdespués de un complejo proceso de verificación, proclama públicamente que han sido fieles a la gracia de Dios, practicando heroicamente las virtudes. De esta manera, «reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella y sostiene la esperanza de los fieles, proponiendo a los Santos como modelos e intercesores» (Catecismo 828). Por eso, el papa Benedicto llegó a decir que «no alabamos suficientemente a Dios si no alabamos a sus Santos. La luz sencilla y multiforme de Dios solo se nos manifiesta en su variedad y riqueza en el rostro de los Santos, que son el verdadero espejo de su luz». La liturgia los llama «los mejores hijos de la Iglesia» (Prefacio del día de Todos los Santos). 

Benedicto XVI recordó en distintas ocasiones la perenne actualidad de los Santos, que son «signo de la novedad radical que el Hijo de Dios, con su encarnación, muerte y resurrección, ha injertado en la naturaleza humana, e insignes testigos de la fe. No son representantes del pasado, sino que constituyen el presente y el futuro de la Iglesia y de la sociedad». 

Ante todo, los Santos son modelos de vida para los cristianos porque se han identificado con Cristo, cada uno en su propio estado y condición. Los Santos nos recuerdan que todos estamos llamados a vivir en plenitud la vocación bautismal, especialmente mediante la práctica de las bienaventuranzas. Ellos testimonian que el mensaje de Cristo es siempre actual ya que, en distintas épocas y lugares, han sido capaces de encarnar el evangelio y de hacerlo creíble. Santa Teresita dice que el mundo de las almas es como un jardín, en el que cada flor es hermosa y manifiesta a su manera la belleza del Creador. Esto se puede aplicar especialmente a los Santos, que reflejan la luz de Cristo sobre el mundo, como la luna y las estrellas reflejan la única luz del sol, cada una allí donde se encuentra. 

Los Santos también son válidos intercesores ante Dios. El Vaticano II reafirmó la fe en la comunión de los Santos, indicando que los que ya están definitivamente unidos a Cristo trabajan para que el resto de la Iglesia alcance la meta prometida: «No cesan de interceder por nosotros ante el Padre. Su fraterna solicitud ayuda mucho a nuestra debilidad» (LG 49). Santa Teresita manifestó en diversas ocasiones su conciencia de que pasaría el cielo haciendo el bien en la tierra, de que su misión de salvar almas continuaría después de su muerte. Efectivamente, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace cada vez más cercano a ellos. 

Por último, los Santos alimentan la fe en la vida eterna y estimulan la esperanza de alcanzarla. Al reflexionar en su destino, nuestro corazón se ensancha y se alegra por las maravillas que Dios ha reservado para los que le aman. El testimonio de los Santos, que ya gozan la vida eterna nos hace desear esa plenitud de vida para la que fuimos creados y nos hace exclamar, con santa teresa de Jesús: «Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero». 

Este aspecto tiene especial importancia en nuestros días, en que se tiende a olvidar esta dimensión fundamental de la fe cristiana. Hasta el punto de que Benedicto XVI se preguntaba: «El hombre moderno, ¿espera aún esta vida eterna, o considera que pertenece a una mitología ya superada?». Y respondía a continuación: «Para nosotros, los cristianos, “vida eterna” no indica solo una vida que dura para siempre, sino más bien una nueva calidad de existencia, plenamente inmersa en el amor de Dios, que libra del mal y de la muerte. Meditemos en estas realidades con el corazón orientado hacia nuestro último y definitivo destino, que da sentido a las situaciones diarias. Reavivemos el gozoso sentimiento de la comunión de los Santos y dejémonos atraer por ellos hacia la meta de nuestra existencia: el encuentro cara a cara con Dios»". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.

martes, 30 de octubre de 2018

La puerta del castillo es la oración.

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"... Santa Teresa presenta el alma como un castillo de cristal lleno de tesoros. La puerta del castillo es la oración.

Para Teresa, la oración no se debe limitar a repetir fórmulas aprendidas, sino que consiste en establecer una relación personal de amor con Cristo: «A cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración y consideración, no digo más mental que vocal, que como sea oración ha de ser con consideración. De hecho, si alguien no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, a eso no lo llamo yo oración, aunque mucho menee los labios» (1M 1,7). 

Dice cosas parecidas cuando explica la diferencia entre oración vocal, mental (o meditación) y contemplativa: «Rezar el Padre Nuestro (o lo que queráis) es oración vocal. La oración mental es pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos y quiénes somos nosotros que hablamos con tan gran Señor y lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servirle. No penséis que la oración mental es otra algarabía ni os asuste el nombre. En estas dos cosas, nosotros podemos algo, con el favor del Señor; en la contemplación no podemos nada, es obra de Su Majestad» (CV 25,3).

Para entender el pensamiento de santa Teresa de Jesús, hemos de recordar que para ella, como para san Juan de la Cruz, san Ignacio de Loyola y sus contemporáneos, la oración no consiste únicamente en estar en presencia del Señor sin hacer otras cosas, sino que es algo más amplio: una manera de vivir, de relacionarse con los demás, de estar ante el mundo. A eso hoy lo llamamos espiritualidad o vida espiritual.

La vida de oración (o espiritualidad) no se reduce a la esfera de las cosas inmateriales, sino que abraza toda la vida del creyente que desea identificarse con Cristo, dejándose guiar por su Espíritu.

Para Teresa está claro que la verdadera amistad con Jesús consiste en relacionarse con Él para revestirse de sus sentimientos, para imitar su ejemplo y vivir conforme a sus enseñanzas. Por eso, la oración necesita de momentos de encuentro personal con Él, en el silencio y la soledad, pero después se prolonga en la vida, que es la verdadera demostración de su autenticidad. 

Esto lo trata en todo el libro del Castillo Interior, pero insiste más en ello en las últimas moradas, porque las buenas obras son la demostración de que una vida contemplativa es auténtica". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.

https://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com/2014/05/la-puerta-del-castillo-es-la-oracion.html?spref=fb&fbclid=IwAR3woGrb0jpAIEOaG0c4OeAZXLhRpCNElwJBJLPWyDzcSxqDE1z_uMmtIJ4


lunes, 29 de octubre de 2018

¿Qué es la contemplación?


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"... tanto santa Teresa de Jesús, como san Juan de la Cruz dicen que todos sin excepción estamos llamados a la «contemplación», a la vida «mística». 

También es verdad que los dos distinguen entre la vida mística y las experiencias místicas extraordinarias, que Dios concede a quien quiere y cuando quiere, y que no pueden ser provocados por el hombre. Las experiencias extraordinarias son muy raras, pero la vida «mística» es una vocación universal.

A veces pensamos que la «contemplación» y la «mística» son un modo de vida reservado a unos pocos agraciados con fenómenos extraordinarios. Pero santa Teresa y san Juan insisten en que todos estamos llamados a la «mística» (es decir, a hacer experiencia del misterio, de Dios) y a la «contemplación» (que es el modo más auténtico de ver la realidad, no quedándonos en las apariencias, sino buscando el sentido último de las cosas en Dios). 

De hecho, el término griego «theôria» (que traducimos por «contemplación») está compuesto por las palabras «Theos» (que significa «Dios») y «horao» (que significa «ver»). Por lo tanto, la «theôria» o «contemplación» es el esfuerzo del hombre para ver a Dios en la vida, para descubrirle presente en todo lo que existe. 

«Contemplar» es ver más allá de las apariencias, no quedarse solo con la primera impresión de las cosas y acontecimientos, sino descubrir su sentido último, a la luz de Dios. Es conocer la realidad en profundidad. 

El conocimiento contemplativo no se queda con las apariencias y descubre el significado más profundo de las cosas y de los acontecimientos. Consiste en mirar la vida con limpieza y sin prejuicios. Se cumplen, así, las palabras de Jesús: «Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8)". 

"... «contemplar» es aprender a mirar con profundidad la vida, el mundo y mi historia, descubriendo en todo la presencia de Dios. El Señor, en su misericordia, nos lo conceda a todos". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.

domingo, 28 de octubre de 2018

La curación del ciego Bartimeo

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"La insistencia del ciego en llamar a Jesús muestra que lo necesita de verdad y lo quiere seguir desde una profundidad que no es normal entre la multitud. Jesús le pide que se acerque, le toca, lo trata con benevolencia; entonces su ceguera se enciende a un mundo de fe y de esperanza. Después no se queda al margen, ni se marcha a Jericó, ni se encierra en su alegría de haber recuperado la vista, sino que se decide a seguir a Jesús; esto es lo decisivo del relato. En el evangelio de Marcos el camino que le lleva a Jerusalén le conducirá necesariamente hasta la muerte. La vista recuperada le hace ver un Dios nuevo, capaz de iluminar su corazón y seguir a Jesús hasta donde sea necesario. Vemos, pues, que un relato de milagro no queda solamente en eso, sino que se convierte en una narración que nos introduce en el momento más importante de la vida de Jesús: su pasión y muerte en Jerusalén".

https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/




miércoles, 24 de octubre de 2018

«Estad a punto»

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"«Mira que vengo como un ladrón. Dichoso el que esté en vela y conserve sus vestidos» dice el Señor (Ap 16,15)... Cuando Cristo dice que su venida está próxima y sin embargo, vendrá súbitamente, de manera inesperada, dice que para nosotros esta espera parecerá larga... ¿Cómo es que el cristianismo falla continuamente, y sin embargo dura? Es un hecho que Dios lo sabe y lo quiere así; no es una paradoja afirmar que el tiempo de la Iglesia ha durado cerca de dos mil años, que puede durar todavía mucho tiempo, y que, a pesar de todo, camina hacia su fin e incluso que puede acabar cualquier día. Y el Señor quiere que permanezcamos con todo nuestro ser con la mirada puesta en la inminencia de su retorno; se trata de vivir como si eso que puede llegar no sabemos cuándo, debiera llegar en nuestros días.

     Antes de la venida de Cristo, el tiempo se sucedía de otra manera: el Salvador tenía que llegar y traernos el fin de ése; Cristo avanzaba hacia este fin. Se sucedían las revelaciones...; el tiempo era medido según la palabra de los profetas que se sucedían... El pueblo de la Alianza no debía esperarlo inmediatamente, sino después de su estancia en Canaán y la cautividad de Egipto, después del éxodo por el desierto, los jueces y los reyes, al final de los plazos fijados para introducirle en este mundo. Se reconocían esos plazos fijados, y las revelaciones sucesivas llenaban ese tiempo de espera.

     Pero una vez hubo venido Cristo, como Hijo en su propia casa, con su Evangelio perfecto, ya nada queda para acabar si no es la reunión de sus Cristos. No se puede revelar ninguna doctrina más perfecta. Ha aparecido la luz y la vida de los hombres; Cristo ha muerto y resucitado. Ya no queda nada por hacer...; estamos, pues, al final de los tiempos. Así, aunque un cierto intervalo de tiempo debe haber entre la primera y la última venida de Cristo, desde ese momento el tiempo ya no cuenta para nada... Ya no marcha hacia su fin, sino que más bien caminan juntos sin cesar, siempre tan cerca de ella como si él tendiera hacia ella... Cristo, pues, está siempre a nuestro alcance, tan cerca de ella hoy como hace dieciocho siglos, y no más cerca que entonces, e incluso no más cerca que cuando él vendrá".

Beato John Henry Newman (1801-1890)
teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
PPS, t. 6, n°17 « Waiting for Christ »

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lunes, 22 de octubre de 2018

Juan Pablo II y el Carmelo



"Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, pero –como esa fecha siempre cae en torno a la Semana Santa y en esos días no se celebran fiestas de santos– su memoria litúrgica se ha establecido el 22 de octubre, en el aniversario del inicio de su ministerio como Papa de la Iglesia Católica. Al ser hoy el día de su fiesta, recordemos brevemente su relación con el Carmelo. 

Todos saben que Karol Wojtyła nació en Wadowice (Polonia) y que tuvo desde niño una relación muy estrecha con los Carmelitas Descalzos de su ciudad natal. En su templo fue monaguillo y recibió el escapulario el día de su primera comunión. También es de sobra conocido que escribió su tesis doctoral sobre La fe en san Juan de la Cruz (cuyo original se conserva en el Teresianum) y que fue un enamorado de la espiritualidad carmelitana. De hecho, dejó en herencia su anillo pastoral (“el anillo del pescador”) a los carmelitas de su ciudad natal, además del escapulario que siempre llevaba consigo y otras cosas. También dejó una imagen del Niño Jesús que siempre tuvo en su habitación a las carmelitas descalzas del monasterio Regina Coeli de Roma.

Lo que quizás no sea tan conocido es que intentó hacerse carmelita descalzo en varias ocasiones. La primera vez no pudo realizarlo porque los nazis invadieron Polonia y prohibieron el ingreso de novicios en la vida religiosa. Cuando terminó la guerra, volvió a intentarlo, aunque los comunistas también pusieron dificultades a la vida religiosa. De todas formas, el entonces provincial de la orden en Polonia le dijo que si reclutaba otros dos jóvenes, organizaría un noviciado clandestino para ellos tres. Después de estudiar teología volvió a intentarlo, pero esta vez fue el arzobispo de Cracovia el que no se lo permitió. En los años posteriores, cuando recibía a carmelitas en audiencia, les decía bromeando: “como no me quisisteis cuando os pedí entrar entre vosotros, Dios preparó otro camino para mí”. 

En un mensaje a los carmelitas, escribió: “Vuestro viaje espiritual continúa en el mundo de hoy. Estáis llamados a releer vuestra rica herencia espiritual a la luz de los desafíos actuales, a fin de que el gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, especialmente de los pobres y de todos los afligidos, sean también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo, y, de manera singular, de todo carmelita” (08-09-2001)". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.

Cardenal Cupich: "El Sínodo es un buen ejemplo de cómo la Iglesia debe involucrar siempre a la gente joven"



"(José M. Vidal).- El cardenal de Chicago, Blase Cupich, está muy contento de la dinámica y el desarrollo del Sínodo de los Jóvenes, "una oportunidad magnífica para que los líderes de la Iglesia involucren a la gente joven". También confiesa que "todo lo que el Papa está haciendo y diciendo es algo que he estado intentando hacer" durante los 43 años que lleva de sacerdocio. Reconoce que la sombra de los abusos planea sobre el Sínodo y, para acabar con esa plaga, propone "poner fin a los privilegios, al poder y a la protección de la cultura clerical".
¿Cómo va el Sínodo? ¿Hay un buen clima?
Creo que el Sínodo es una oportunidad magnífica para que los líderes de la Iglesia involucren a la gente joven. Y eso es lo que está sucediendo. En mi círculo, tenemos a cinco jóvenes, y están muy abiertos y muy seguros al expresarse. Este es un buen ejemplo de cómo la Iglesia debe siempre involucrar a la gente joven: con apertura, con franqueza, y con un corazón amoroso. Así que todo va muy bien.
¿En qué clave interpreta la canonización de Romero y Pablo VI?
Creo que la clave para interpretar la canonización la dio la homilía del Papa. El Santo Padre dijo muy claramente que el hombre que está ocupado solo en cumplir la ley y cuyo corazón está lleno de bienes materiales no se permite recibir el amor de Jesús. No puede ver a Jesús que le mira con amor. Así que, el mensaje -no solo para los jóvenes, sino para todos en la Iglesia- es que el comienzo de nuestra fe cristiana radica, primero, en responder al amor que Dios tiene hacia nosotros cada día. No se trata en primer lugar de seguir una ley particular o mirar nuestros logros con los que presentarnos al Señor diciendo: 'Mira lo que he hecho'. Más bien, se trata de reconocer lo que el Señor ya está haciendo por nosotros. Por lo tanto, creo que la homilía del Santo Padre también va a tener un gran impacto en el resto del Sínodo.
¿Toda la jerarquía católica de los Estados Unidos está con el Papa?
Creo que los obispos estadounidenses ven que el Santo Padre está realizando una renovación en la vida de la Iglesia. Y estamos creciendo en el entendimiento de lo que ello significa. Y el Sínodo es un momento particularmente útil para que avancemos en esa comprensión.
Usted sí que está con el Papa y pasa por ser su amigo.

He sido sacerdote durante 43 años, y todo lo que el Papa está haciendo y diciendo es algo que he estado intentando hacer durante todo ese tiempo.
¿La sombra de los abusos planea sobre el Sínodo?
La crisis de los abusos a menores está dolorosamente presente en el Sínodo, pero con mucha esperanza de que podamos superarla.
¿Cómo?

Teniendo en cuenta que su raíz está en el abuso de poder y de conciencia. Si conseguimos acabar con los privilegios, el poder y la protección de la cultura clerical, podremos erradicar la pederastia de la vida de la Iglesia. Todo lo demás seguirá siendo secundario, si no conseguimos llegar al núcleo del problema".

https://www.periodistadigital.com/religion/america/2018/10/21/religion-america-eeuu-arzobispo-chicago-cardenal-cupich-sinodo-roma-pederastia-usa.shtml
22 de octubre, san Juan Pablo II
¿Por qué celebramos a San Juan Pablo II el 22 de octubre?
¡No tengáis miedo!






domingo, 21 de octubre de 2018

El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir...

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"Los grandes tienen una patología clara: dominan, esclavizan, no dejan que madure nadie en la esencia ética y humana. Por el contrario, el Dios del Reino, trata a cada uno con amor y según lo que necesita. Ahí está la clave de lo que quiere llevar adelante Jesús como causa, aunque sea pasando por la cruz. Un Dios que sirve a los hombres no es apreciado ni tenido como tal por lo poderosos, pero para el mensaje del evangelio, ese Dios que sirve como si fuera el último de todos, merece ser tenido por el Dios de verdad. Es eso lo que encarna Jesús, el profeta de Nazaret".

https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/






sábado, 20 de octubre de 2018

Los místicos y la «resiliencia»




"Las dificultades no hay que buscarlas. Llegan por sí mismas. Algunas las podemos enfrentar para eliminarlas, pero otras permanecen aunque no queramos. Si las enfrentamos con la actitud correcta, podemos crecer y madurar. En palabras de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz: se nos abre la puerta para poder entrar en la vida mística. En caso contrario, las dificultades bloquean el proceso de crecimiento e incluso incapacitan para llevar una vida normal.

A esta actitud teresiana de acogida pacífica de las contrariedades de la vida para superar los traumas y aprender de todo, «haciendo de la necesidad, virtud», hoy se la llama «resiliencia», que es «la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas». (Diccionario de la lengua española DRAE). No se trata solo de «sobrevivir», de «resistir» a las desgracias, sino de superarlas usándolas como un trampolín para crecer y mejorar.

La psicología ha tomado prestada de la física la palabra «resiliencia» que, en origen, es la capacidad que tienen algunos materiales para volver a su estado original después de haber recibido fuertes presiones capaces de deformarlos. Por ejemplo, una bola de espuma o de goma, que es apretada con fuerza, pero que vuelve a su forma anterior cuando la soltamos.

Lo mismo sucede con las personas que tienen que enfrentar situaciones negativas (pobreza extrema, enfermedades graves, malos tratos, abusos, pérdida de un ser querido, catástrofes naturales, guerras, etc.). En principio, todos tenemos la capacidad de reponernos. A la mayoría les cuesta mucho tiempo y esfuerzos, una minoría no lo consigue nunca (los sujetos «no-resilientes» o «asilientes») y otra minoría se repone rápidamente e incluso sale fortalecida de la prueba (los sujetos «pro-resilientes»).

Desde el final de la segunda guerra mundial, numerosos estudios psicológicos han intentado buscar las claves de estos procesos para poder ayudar más eficazmente a las víctimas: la «logoterapia», la «programación neurolingüística» y, en los últimos años, la «psicología positiva», que pretender centrarse en las capacidades y valores de los seres humanos (para potenciarlos), más que en sus debilidades y patologías (para sanarlas), como hace la psicología tradicional. De hecho, se ha visto que muchas debilidades se curan más fácilmente cuando se potencian los valores positivos.

Santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz no sabían de estas cosas, pero ambos decían que, para vencer un vicio, no hay que estar todo el día dando vueltas a cómo conseguirlo, sino practicar la virtud contraria, «para vencer ese amor con otro amor mayor y mejor» (cfr. 1S 14,2). Recomiendan la misma actitud para vencer las dificultades y contradicciones: no permitir que nos ahoguen, sino ocupar el pensamiento y las energías en potenciar las actitudes contrarias para poder superarlas. Esto es lo que hoy se llama «resiliencia»: la capacidad para adaptarse y superar la adversidad no deteniéndonos en lo negativo de la vida, sino potenciando lo positivo.

En este camino es esencial «dejar nuestra razón y temores en sus manos [del Señor]» (cfr. 3M 2,8), «dejarnos a nosotras mismas» (cfr. 3M 2,9) o, por decirlo con san Juan de la Cruz, «salir de nosotros mismos». Esto significa «des-centrarnos», comprender que no somos el centro del universo, ni aún autosuficientes, que nunca nos bastamos a nosotros mismos, que necesitamos de los demás y –sobre todo– de Dios. Así lo expresa san Juan de la Cruz: «Salí de mí misma, esto es, de mi bajo modo de entender, y de mi flaca suerte de amar, y de mi pobre y escasa manera de gustar de Dios» (2N 4,1).

Para los místicos, la vida verdaderamente humana es «éxtasis», que literalmente significa «salir de sí». Pero no entendiéndolo como una experiencia momentánea, sino como un camino que dura toda la vida, poniendo en práctica una enseñanza fundamental del evangelio: «El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la ganará» (Lc 17,33 y paralelos). Esto consiste en no ser egoísta, sino generoso; en no pensar solo en mis cosas, en mi comodidad, sino en buscar el bien del otro, hasta dar la vida. Esto significa «salir de sí mismo»: no buscarme a mí mismo, pensar en los demás, darme por amor.

En este punto, la doctrina de santa Teresa de Lisieux coincide con la de sus santos Padres. Ella vivió su «conversión» a los catorce años, cuando recibió «la gracia de Navidad», que le permitió pasar de la infancia a la madurez humana y espiritual. Santa Teresita explica que esa gracia consistió en que comprendió que la caridad consiste en salir de sí misma, en olvidarse de sus cosas para amar a los demás sin esperar nada a cambio: «El 25 de diciembre de 1886 recibí la gracia de salir de la niñez. Sentí la necesidad de olvidarme de mí misma para dar gusto a los demás, ¡y desde entonces fui feliz!» (Manuscrito a, 45rº).

Aunque el lenguaje sea distinto, las ideas de santa Teresa de Ávila en las terceras moradas, son las que propone Karl Paul Reinhold Niebuhr en su conocida «Oración por la serenidad», que dice así: «Padre, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia. Viviendo día a día; disfrutando de cada momento; sobrellevando las privaciones como un camino hacia la paz; aceptando este mundo impuro tal cual es y no como yo creo que debería ser, tal y como hizo Jesús en la tierra, confiando en que tú obrarás siempre el bien; así, entregándome a tu voluntad, podré ser razonablemente feliz en esta vida y alcanzar la felicidad suprema a tu lado en la próxima. Amén»". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.

Madre del Carmelo

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“Madre del Carmelo: Tengo mil dificultades, ayúdame. De los enemigos del alma, sálvame. En mis desaciertos, ilumíname. En mis dudas y penas, confórtame. En mis enfermedades, fortaléceme. Cuando me desprecien, anímame. En las tentaciones, defiéndeme. En horas difíciles, consuélame. De mis pecados, perdóname. Con tu corazón maternal, ámame. Con tu inmenso poder, protégeme. Y en tus brazos de Madre, al expirar, recíbeme. Virgen Santísima del Carmen, ruega por nosotros. Amén".

jueves, 18 de octubre de 2018

Lucas, "el escriba de la mansedumbre de Cristo".





"Dante Alighieri llamó al evangelista san Lucas "el escriba de la mansedumbre de Cristo". Y es que Lucas consagró su persona a anunciar esa buena noticia, ese evangelio, que más tarde puso por escrito. 

En su obra, Lucas nos cuenta que, con su predicación, Jesús anunció la misericordia de Dios Padre y, con su vida, hizo presente esa misericordia de Dios, esa ternura, esa compasión hacia los más pequeños.

San Pablo, san Lucas y san Marcos son testigos de que la Buena Noticia de Jesús viajó de Galilea a Jerusalén, más tarde de Jerusalén a Antioquía de Siria, donde llamaron por primera vez "cristianos" a los seguidores de Jesús, y desde donde partieron los viajes evangelizadores de san Pablo, finalmente de Antioquía a Roma, para extenderse desde allí hasta los confines del mundo.

Estos tres compañeros de fe y de trabajo misionero nos han dejado, también, los escritos más antiguos del cristianismo, llenos de fe y de unción. 

Del evangelio de Lucas se ha subrayado que es el que más insiste en la misericordia de Dios, en la alegría de los creyentes, en la importancia de la oración, en la obra del Espíritu Santo, en el papel de María en la historia de la salvación (por eso, muchas veces se le representa pintando un icono de la Virgen María), en la importancia que Jesús da a los más pequeños (mujeres, niños, enfermos y pecadores)...". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.


https://padreeduardosanzdemiguel.blogspot.com/2018/10/lucas-el-escriba-de-la-mansedumbre-de.html?spref=fb&fbclid=IwAR21Ry8fOV5IUqi0mktBbEp9toMm5dSmO6Ylwy9D2XkzE5z3xTAMNUlPFSc


miércoles, 17 de octubre de 2018

Yo soy tuyo y para ti


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Hablando de lo que experimenta la persona que se une con Dios, dice, san Juan de la Cruz, así:

"«Sientes que [Dios] te ama de veras; y como él es generoso, conoces que te ama y hace mercedes con liberalidad [es decir, con generosidad], sin algún interés, solo por hacerte bien; y como él es la virtud de la suma humildad, con suma bondad y con suma estimación te ama; e igualándote consigo, mostrándose a ti en estas vías de sus noticias alegremente, con este su rostro lleno de gracias, te dice en esta unión suya, no sin gran júbilo tuyo: “Yo soy tuyo y para ti, y gusto de ser tal cual soy por ser tuyo y para darme a ti”» (Llama de amor viva B 3,6).

En primer lugar, «sientes» que Dios te ama. No solo lo «sabes», también lo experimentas.

En segundo lugar, conoces que te ama «sin algún interés», sin esperar nada a cambio, no porque tú lo mereces, sino porque él es bueno.

En tercer lugar, descubres asombrado que su amor te une e iguala con él, te hace partícipe de su vida y de su gloria.

Por último, descubres el verdadero nombre de Dios, su identidad, la traducción del nombre bíblico Yahvé: «Yo soy tuyo y para ti, y gusto de ser tal cual soy por ser tuyo y para darme a ti».

Señor, cuando se descubren estas cosas, ¿cómo es posible no ser felices? Tu amor nos basta. Tu amor vale más que la vida. Pase lo que pase y suceda lo que suceda, nada ni nadie nos puede separar de tu amor. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.