La Octava de Pascua.
"Hoy comienza la "Octava de Pascua", en la que la Iglesia profundiza en el gozo de la resurrección de Cristo. Este acontecimiento es demasiado grande, demasiado hermoso, como para celebrarlo un solo día al año.
Lo hemos preparado con intensidad durante 40 días (la Cuaresma) y lo seguiremos celebrando durante 50 días más (el tiempo Pascual). Después, cada domingo del año seguiremos celebrando "la Pascua de la semana". De momento, durante 8 días intentaremos vivirlo con un gozo especial.
Veamos el origen y la historia de estos días:
La "Octava de Pascua" surgió en la Iglesia primitiva como consecuencia de la práctica bautismal. Los que querían hacerse cristianos (los "catecúmenos") eran introducidos en los contenidos de la fe con catequesis adecuadas durante la Cuaresma. Después recibían el bautismo en la Vigilia Pascual.
Durante los ocho días que seguían al bautismo, los recién bautizados (los "neófitos") recibían la "mistagogía" o explicación de los sacramentos.
Hasta entonces no se les comunicaban los contenidos de la eucaristía. Lo justificaban con las palabras del Señor: «No deis lo santo a los perros ni echéis perlas a los puercos» (Mt 7,6).
La beata Egeria testimonia su extensión universal a finales del s. IV. Hablando de Jerusalén, dice: «Las fiestas pascuales son celebradas por la tarde, como entre nosotros, y durante los ocho días pascuales se hacen los divinos oficios por su orden, como se hacen en todas partes» (Itinerario 39,1).
En Roma, los recién bautizados participaban durante toda la octava en la eucaristía, revestidos con las túnicas blancas que habían recibido en la vigilia pascual. Al concluirla, las depositaban sobre la tumba de san Pancracio, en el Gianicolo (por cierto, una Iglesia que regimos los carmelitas descalzos desde hace unos 400 años).
De ahí tomaron el nombre el sábado y el domingo In albis con los que concluye la semana. La costumbre se ha mantenido hasta el presente.
En el día octavo, también los bautizados el año anterior renovaban sus promesas bautismales en la llamada Pascha annotinum, como conmemoración del propio bautismo". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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