La Semana Santa de Jesús.
"Estamos a punto de celebrar el Domingo de Ramos, con el que inicia la Semana Santa, de la que decía san Juan Crisóstomo: «Esta es la Semana Grande, la Semana Mayor; no porque sus días sean más grandes que los demás, los hay más largos; sino porque en ellos han sido llevadas a cabo por el Señor cosas admirables».
Algunos podrían preguntarse: ¿por qué la Iglesia dedica tanto tiempo a preparar, celebrar y hablar de la Semana Santa?, ¿por qué da tanta importancia a ese periodo del año? La respuesta es sencilla: en ella sucedieron los principales acontecimientos de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
Si leemos los evangelios con atención, nos daremos cuenta de que la narración de los últimos días terrenos de Jesús es especialmente larga y elaborada.
San Mateo, por ejemplo, le dedica un tercio de su obra: 2 capítulos a la infancia del Señor, 14 a su vida pública en Galilea, 4 a su camino hacia Jerusalén y 8 a los acontecimientos situados entre el Domingo de Ramos y la Pascua.
San Marcos le dedica aún más espacio, hasta el punto que la Semana Santa ocupa casi la mitad del libro: no habla de la infancia de Jesús, narra en 8 capítulos su actividad en Galilea, en 2 su camino a Jerusalén y en 6 lo que nosotros llamamos Semana Santa.
Como vemos, ya desde los tiempos apostólicos, la Iglesia centró su mirada en esos días que llamamos «santos». Reflexionar sobre la Semana Santa de Jesús nos ayuda a comprender mejor toda su vida y su obra.
Una cosa está clara: la muerte de Jesús desconcertó a sus discípulos, que en un primer momento huyeron de Jerusalén o se escondieron para no terminar como su maestro. Sin embargo, a los pocos días, comenzaron a predicar por todos los sitios que Jesús está vivo: «Sepa con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado» (Hch 2,36).
Después de la resurrección de Jesús, los primeros cristianos releyeron y reinterpretaron su historia a la luz de las Escrituras, encontrando que todo lo que hasta entonces les parecía confuso tenía un sentido, porque correspondía al eterno proyecto salvador de Dios: «Ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» (Lc 24,44-45).
Durante la última semana de vida de Jesús (lo que hoy llamamos Semana Santa) tuvieron lugar varios acontecimientos de significado extraordinario que prepararon el desenlace definitivo: entrada triunfal en Jerusalén, purificación del templo, Última Cena, traición de Judas, etc.
La Iglesia primitiva comprendió que esos acontecimientos forman parte de la Pascua de Jesús, que fue el contenido de la primera predicación cristiana (el Kerigma). Eso es también lo primero que se puso por escrito en los evangelios.
La narración de estos hechos adquirió tanta importancia que algunos autores afirman que los evangelios son relatos del misterio pascual de Cristo, precedidos por una gran introducción, que sirve para interpretarlos correctamente.
Procuremos en estos días profundizar en la comprensión de los acontecimientos que recordamos, celebramos y hacemos presentes en la liturgia. El Señor nos conceda participar de su pasión y resucitar con él. Amén". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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