Las celebraciones de Semana santa
"La Semana Santa concentra las principales celebraciones del año litúrgico cristiano. Y el Triduo Pascual (que va desde el Jueves Santo por la tarde hasta el anochecer del Domingo de Pascua) es el corazón de la Semana Santa. En él conmemoramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
San Juan Crisóstomo escribió a finales del siglo IV una larga homilía sobre la Semana Santa, en la que recoge el sentir de la Iglesia primitiva. Entre otras cosas interesantes, allí afirma lo siguiente:
«He aquí por qué la semana presente se llama la Gran Semana. No es porque los días sean más largos que los otros; otras semanas, en efecto, tienen días con más horas de luz. No es porque los días sean más numerosos, pues en todas las semanas el número de días es el mismo. Es porque, en esta semana, Dios ha hecho cosas particularmente gloriosas, es en esta Gran Semana cuando la larga tiranía del demonio ha sido destruida, la muerte ha sido extinguida, […] el pecado ha sido borrado, el paraíso se ha abierto, […] el Dios de paz ha extendido la paz en el cielo y en la tierra. Por eso la llamamos la Semana Mayor o la Gran Semana».
El domingo de Ramos se lee cada año el relato de la pasión en la versión del evangelista sinóptico del ciclo correspondiente (el relato de Juan se deja para el Viernes Santo); el lunes, la escena de la mujer que derrama perfume a los pies de Jesús como preparación para su sepultura (Jn 12,1-11); el martes, el anuncio de las traiciones de Pedro y Judas (Jn 13,21-38) y el miércoles se insiste en la de Judas (Mt 26,14-25). Las primeras lecturas son sendos cantos del Siervo de Yavé, tomadas de Isaías.
Además, se usan los textos que tradicionalmente se reservaban para el tiempo de Pasión, especialmente el himno Pange lingua, de Venancio Fortunato (s. VI), con la estrofa Crux fidelis de estribillo, que relaciona el árbol del Paraíso y el de la cruz, haciendo un resumen de la historia de la salvación en verso:
«¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! / Jamás el bosque dio mejor tributo / en hoja, en flor y en fruto. / ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza / con un peso tan dulce en su corteza!».
El antiguo prefacio de estos días (conservado el 14 de septiembre) contrapone el árbol del Paraíso y el de la cruz, la desobediencia de Adán y la obediencia de Cristo:
«Porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la cruz, para que donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido por Cristo, Señor nuestro».
El prefacio actual recuerda la cercanía del Triduo Santo y su significado:
«Porque se acercan ya los días santos de su pasión salvadora y de su resurrección gloriosa: en ellos celebramos su triunfo sobre el poder de nuestro enemigo y renovamos el misterio de nuestra redención».
En la misa Crismal se consagra el crisma, se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos y los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales en presencia del obispo.
Como excepción dentro del tiempo de Cuaresma, se canta el Gloria y los ornamentos litúrgicos son blancos. El prefacio expresa la relación entre Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, y la vida y el ministerio de los presbíteros, colaboradores de ese único sacerdocio:
«Él elige a hombres de este pueblo para que, por la imposición de manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu palabra y lo fortalecen con los sacramentos».
Con la misa del Jueves Santo por la tarde comienza el Triduo Santo de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, por lo que entramos en el tiempo litúrgico de Pascua". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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