La Pascua de Jesús
"Como buen judío, Jesús participó regularmente en la celebración de la Pascua, tal como recuerdan los evangelios: «Sus padres iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre» (Lc 2,41-42); «Como ya estaba cerca la fiesta judía de la Pascua, Jesús subió a Jerusalén» (Jn 2,13; cf. 6,4; 11,55).
El domingo anterior a su última Pascua, Jesús entró solemnemente en la ciudad a lomos de un borriquillo, entre las aclamaciones del pueblo y de los niños. El pueblo lo acogió como el mesías anunciado por los profetas, aclamándolo como el enviado de Dios encargado de establecer el reinado de Dios sobre Israel.
En los días sucesivos, realizó dos importantes gestos proféticos relacionados entre sí, en la línea de los que hacían los hombres de Dios del Antiguo Testamento: la maldición de la higuera estéril y la purificación del templo.
También desarrolló sus enseñanzas en la explanada del templo, donde tuvo una serie de controversias con sus enemigos. Algunos lo escucharon con gusto, pero la mayoría de los que el domingo lo aclamaron como rey, el viernes pidieron su muerte.
En ese contexto, Jesús celebró una cena de despedida con sus seguidores, fue juzgado y crucificado, murió, fue sepultado y resucitó, por lo que la palabra Pascua empezó a ser interpretada por los cristianos como la celebración del «paso» de la muerte a la vida, de la humillación a la gloria.
Como veremos, él ya anticipó su «entrega» en la cena de despedida que celebró con sus discípulos, a los que mandó que siguieran celebrándola en su memoria.
Por eso, el Triduo Pascual comienza con la eucaristía conmemorativa de la Última Cena, que tiene lugar el Jueves Santo por la tarde...". P. Eduardo Sanz de Miguel, ocd.
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